Tras siete años en el Seminario como formador de la E. S. O., este curso que acaba ha sido el último para mí porque, a partir del próximo, me incorporaré a la parroquia Santiago el Mayor de Membrilla. El fin de esta etapa supone también mi despedida de esta querida colaboración desde el Seminario.
En la Eucaristia final del curso tuve la oportunidad de dar las gracias a Dios por estos años que he pasado en el Seminario.
En primer lugar, por los obispos D. Rafael, que me nombró, y D. Antonio, que me mantuvo en el cargo. Por el anterior rector D. Lorenzo Trujillo y el anterior equipo, D. Rafael Pérez, D. Tomás Villar y D. Arcángel Moreno que ya se fueron; y el actual rector D. Pedro López y los formadores D. Miguel Ángel Angora, D. Manuel Pérez y D. Eustaquio Camacho. Han sido mis maestros, amigos y compañeros. Nunca los olvidaré porque mucho de lo que soy se lo debo a ellos.
Dar también gracias a las religiosas Franciscanas del Buen Consejo, las de ahora y las de antes, sólo Dios les podrá pagar todo lo que han hecho por los chicos y por mí. Igualmente al equipo de profesores, a la administradora y trabajadores de la casa y todos los que colaboran con la educación de los chicos.
Gracias también a los padres y todas las familias que he conocido, porque dejaron en nuestras manos su mayor tesoro, sus hijos.
Pero sobre todo, muchas gracias a mis queridos alumnos, seminaristas mayores y menores, los que siguen y los que se fueron. Toda mi vida aquí fue por y para ellos. Y que me perdonen mis errores, mis impaciencias y regañinas, porque siempre les quise dar lo mejor y les quiero a todos de verdad.
Por último, gracias a la parroquia de Almodóvar, a D. Tomás y D. Leopoldo, que me pidieron y han permitido mantener esta pequeña colaboración, puente que me ha seguido uniendo a mi primer amor pastoral. Para mí no es un tópico decir que es más lo que he recibido que lo que he dado. Sólo os pido un pequeño favor:
que recéis por mí, que me va a hacer mucha falta para esta nueva etapa, y también pedid por los que se quedan aquí y los que vienen nuevos, para que todo sea para bien de la Iglesia y del Seminario.
Un saludo final muy grande, desde el Seminario.