Al hacer fiesta en honor de nuestra Patrona, la Virgen del Carmen y de nuestros Santos Juan de Ávila y Juan Bautista de la Concepción, estamos manifestando que nuestro ser se regocija y alegra interna y externamente. Son días para la alegría desbordante y para vivir luego el gozo de cada día a pesar de las dificultades que nos pueda ocasionar el vivir.
Un buen creyente es una persona festiva siempre. Quien beba en las fuentes de la Virgen y de nuestros santos tiene una fuerza interior para llevar la fiesta a toda su vida.
La alegría radica en darse, en vivir en actitud de servicio:
“Hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir” (Hech. 20,35)
El Papa Juan Pablo II dijo: “Al hombre de hoy, a menudo insatisfecho por una existencia vacía y fugaz, y en búsqueda de la alegría y el amor auténticos, Cristo le propone su propio ejemplo, invitándolo a seguirlo. Pide a quién le escucha que desgaste su vida por los hermanos.
De tal dedicación surge la realización plena de sí mismo y el gozo, como lo demuestra el ejemplo elocuente de aquellos hombres y mujeres que, dejando sus seguridades, no han titubeado en poner en juego la propia vida como misioneros en muchas partes del mundo.
Lo atestigua la decisión de aquellos jóvenes que, animados por la fe, han abrazado la vocación sacerdotal o religiosa para ponerse al servicio de la «salvación de Dios».
Lo verifica el creciente número de voluntarios, que con inmediata disponibilidad se dedican a los pobres, a los ancianos, a los enfermos y a cuantos viven en situación de necesidad”.
La felicidad no es perfecta hasta que no se comparte.
“Dar la felicidad y hacer el bien, he ahí nuestra ley, nuestra ancla de salvación, nuestro faro, nuestra razón de ser (Amiel).
“Si cada uno buscara hacer feliz al que vive a su lado, el mundo sería un paraíso (Goethe)
Por otra parte, la felicidad, cuando se reduce a unos cuantos días o cuando no nace de dentro es efímera, dura muy poco.
La verdadera felicidad es la que brota desde dentro, desde el espíritu de Dios, del que se nutrieron nuestra Patrona – la Virgen María- y nuestros Patronos.
“La felicidad viene de lo interior” ( Gandhi)
La felicidad no se encuentra, se construye día a día, y en parte consiste en estar bien consigo mismo, en llevar dentro de sí un torrente de paz.
“La felicidad y la alegría dependen de estar en armonía consigo mismo, con los demás, con el mundo y con Dios” (Martín Descalzo)
Dice un proverbio africano: “Después de haber recorrido el mundo en busca de la felicidad, te das cuenta de que estaba en la puerta de tu casa”.
“La felicidad es íntima, no exterior; y así no depende de lo que tengamos, sino de lo que somos” ( H. Van Dyke)
“La felicidad no depende de la posición, sino de la disposición” ( J. G. Pollard)
El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace” (León Tolstoi)
Entre otros, estos son algunos de los medios para ser feliz que propuso Jesús en las Bienaventuranzas:
- Felices los de espíritu sencillo;
- Felices los humildes;
- Felices los misericordiosos;
- Felices los que tienen limpia la conciencia;
- Felices los que trabajan a favor de la paz….