Algunas frases del Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las misiones- 2008
Queridos hermanos y hermanas:
Con ocasión de la Jornada Misionera Mundial quisiera invitaros a reflexionar sobre la urgencia persistente del anuncio del Evangelio también en nuestro tiempo. El mandato misionero continúa siendo una prioridad absoluta para todos los bautizados…
Como modelo de este empeño apostólico, deseo indicar de manera particular a san Pablo, el Apóstol de las gentes, pues este año celebramos un especial Jubileo a él dedicado…. Él recibió la vocación de proclamar el Evangelio a los Gentiles, según cuanto el Señor le había preanunciado: “Ve, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles” (Hch 22, 21)…
La humanidad tiene necesidad de liberación
La humanidad tiene necesidad de ser liberada y redimida…La creación sufre. La humanidad sufre y espera la verdadera libertad, espera un mundo diferente, mejor, espera la “redención”. Y, en el fondo, sabe que este mundo nuevo esperado supone un hombre nuevo, supone “hijos de Dios”. Veamos más de cerca la situación del mundo de hoy. El panorama internacional, si por una parte presenta perspectivas de desarrollo económico y social prometedoras, por otra presenta a nuestra atención algunas fuertes preocupaciones en lo que se refiere al futuro mismo del hombre.
En no pocos casos, la violencia marca las relaciones entre los individuos y los pueblos; la pobreza oprime a millones de habitantes; las discriminaciones e incluso las persecuciones por motivos raciales, culturales y religiosos empujan a muchas personas a huir de sus Países para buscar refugio y protección en otros lugares; cuando la finalidad del progreso tecnológico no es la dignidad ni el bien del hombre, ni está ordenado a un desarrollo solidario, pierde su fuerza de factor de esperanza, y tiene el peligro de agudizar desequilibrios e injusticias ya existentes. Existe, además, una amenaza constante en lo que se refiere a la relación hombre-ambiente, debido al uso indiscriminado de los recursos, con repercusiones sobre la misma salud física y mental del ser humano….
Ante este escenario, sentimos el peso de la inquietud atormentados entre angustias y esperanzas, y nos preguntamos preocupados: ¿qué será de la humanidad y de la creación? ¿Hay esperanza para el futuro, o mejor, hay un futuro para la humanidad? … La respuesta a estos interrogantes nos viene, a nosotros, los creyentes, del Evangelio. Cristo es nuestro futuro y, como he escrito en la Carta encíclica Spe Salvi, su Evangelio es comunicación que “cambia la vida”, da la esperanza, abre de par en par la puerta oscura del tiempo e ilumina el futuro de la humanidad y del universo…
La Misión es cuestión de amor
Es, pues, un deber urgente para todos anunciar a Cristo y su mensaje salvífico. “¡Ay de mí –afirmaba san Pablo- si no predicara el Evangelio! (1 Cor 9, 16)…. El amor de Cristo lo condujo a recorrer los caminos del Imperio Romano como heraldo, apóstol, pregonero y maestro del Evangelio, del que se proclamaba “embajador entre cadenas” (Ef 6, 20). La caridad divina le llevó a hacerse “todo a todos para salvar a toda costa a algunos” (1 Cor 9, 22).
Contemplando la experiencia de san Pablo, comprendemos que la actividad misionera es respuesta al amor con el que Dios nos ama. Su amor nos redime y nos impulsa; es la energía espiritual capaz de hacer crecer en la familia humana la armonía, la justicia, la comunión entre las personas, las razas y los pueblos, a la que todos aspiran. Es Dios, que es Amor, quien conduce la Iglesia hacia las fronteras de la humanidad, quien llama a los evangelizadores… Solamente de esta fuente se pueden conseguir la atención, la ternura, la compasión, la acogida, la disponibilidad, el interés por los problemas de la gente, y aquellas otras virtudes necesarias a los mensajeros del Evangelio para dejarlo todo y dedicarse completa e incondicionalmente a esparcir por el mundo el perfume de la caridad de Cristo.
Evangelizar siempre
Mientras continúa siendo necesaria y urgente la primera evangelización en no pocas regiones del mundo, la escasez de clero y la falta de vocaciones afectan hoy a muchas Diócesis e Institutos de vida consagrada. Es importante insistir en que, aún en medio de dificultades crecientes, el mandato de Cristo de evangelizar a todas las gentes continúa siendo una prioridad.
Ay de mí si no predicara el Evangelio (1 Cor 9, 16)
Entremos mar adentro en el vasto mar del mundo y, siguiendo la invitación de Jesús, echemos sin miedo las redes, confiando en su constante ayuda. Nos recuerda san Pablo que no es motivo de gloria predicar el Evangelio ( 1 Cor 9, 16), sino deber y gozo…
El Obispo es consagrado no sólo para su diócesis, sino para la salvación de todo el mundo… Como el apóstol Pablo, está llamado a tender hacia los lejanos que todavía no conocen a Cristo, o que todavía no han experimentado su amor que libera; su empeño es hacer que toda la comunidad diocesana sea misionera, contribuyendo con gozo, según las posibilidades, en el envío de presbíteros y laicos a otras iglesias para el servicio de evangelización…
¡Vosotros, queridos presbíteros, primeros colaboradores de los Obispos, sed pastores generosos y evangelizadores entusiastas! No pocos de vosotros, en estas décadas, os habéis desplazado a territorios de misión…Confío en que no disminuya esta tensión misionera en las Iglesias locales, no obstante la escasez de clero que aflige a no pocas de ellas. Y vosotros, queridos religiosos y religiosas, que por vocación os caracterizáis por una fuerte connotación misionera, llevad el anuncio del Evangelio a todos, especialmente a los lejanos.
Todos vosotros, queridos fieles laicos, que trabajáis en los diferentes ambientes de la sociedad, estáis llamados a tomar parte, de manera cada vez más relevante, en la difusión del Evangelio… Sed testigos con vuestra vida de que los cristianos “pertenecen a una sociedad nueva, hacia la cual están en camino y que es anticipada en su peregrinación” (Spe Salvi, 4)…
Queridos hermanos y hermanas, que la celebración de la Jornada Misionera Mundial nos anime a todos a tomar una conciencia renovada de la urgente necesidad de anunciar el Evangelio… Que la colecta, que durante la Jornada Misionera Mundial se hace en todas las parroquias, sea signo de comunión y de solicitud recíproca entre las Iglesias. En fin, intensifíquese cada vez más en el pueblo cristiano la oración, medio espiritual indispensable para difundir entre todos los pueblos la luz de Cristo…
Benedicto XVI