En el mes de octubre del 2008 se ha celebrado un Sínodo sobre la Palabra de Dios. Son abundantes las sugerencias que han salido a la luz pública. Ofrecemos una visión panorámica de este acontecimiento.
¿Qué es un Sínodo?
Una reunión de obispos de la Iglesia Católica, o mejor, representantes de todos los jerarcas de la Iglesia. Son invitados expertos en el tema y delegados de muchas instituciones: Congregaciones Religiosas, Movimientos Eclesiales y otros estamentos.
El tema ha sido: “La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia”.
Un hecho que nos sitúa en la realidad.
Cada vez que la Iglesia ha intentado renovarse, uno de los muchos recursos ha sido recurrir a la Palabra de Dios, que la Biblia se introduzca más y más en la vida de los creyentes.
No damos la talla.
Una encuesta que se ha realizado antes del Sínodo ha demostrado que, el deseo del Concilio Vaticano II para que la Biblia fuera el libro básico del creyente, no se ha conseguido. Las Sagradas Escrituras son más conocidas, pero nos hemos quedado al principio del camino. Hemos de conocer más la Palabra. Hay más, los españoles somos los que menos conocemos el texto bíblico. La encuesta se realizó entre varios países europeos.
Las discusiones han sido muy variadas.
Se ha expuesto y valorado las homilías de los domingos. Por cierto, no hemos quedado muy bien los sacerdotes. Se ha dicho que hay que fomentar los grupos bíblicos, los grupos de estudio de la Biblia. En este sentido se han señalado diversas experiencias en los distintos continentes.
Mucho más que un texto religioso.
Abrir la Biblia es encontrarse con Cristo. Dios nos habla en su Palabra. Cristo está presente en su Palabra. El texto bíblico es también el Cuerpo de Cristo y el Pan de Vida que nos sacia. En este sentido se citaron las orientaciones de los Padres de la Iglesia.
“La carne del Señor es verdadero alimento y su sangre verdadera bebida; es éste el verdadero bien que nos es reservado en la vida presente, nutrirse de su carne y beber su sangre, no sólo en la Eucaristía, sino también en la lectura de la Sagrada Escritura.
En efecto, la Palabra de Dios, que se alcanza con el conocimiento de las Escrituras, es verdadero alimento y verdadera bebida” (San Jerónimo).
“Cuando lees la Biblia es Dios quien te habla; cuando oras eres tú quien hablas a Dios”(San Agustín).
El papel de la oración.
La lectura de la Biblia tiene que ser amasada con la oración. Hay que invocar al Espíritu Santo para que podamos sintonizar con un texto que está inspirado por el Espíritu. No en vano los Padres de la Iglesia antigua creen que las Sagradas Escrituras son “el soplo del Espíritu” y también “la boca del Espíritu”.
Las intervenciones de los asistentes han recomendado vivamente la “lectio divina”, también llamada lectura de Dios y lectura orante de la Palabra. Es una práctica que procede de los primeros siglos de la Iglesia. Es una lectura tranquila y pausada, mezclada con oración para llegar al conocimiento profundo de la Biblia. El Concilio habla de conocer “por dentro” el texto sagrado.
Aunque no ha tenido una gran repercusión mediática. Este Sínodo puede ser decisivo para la vida de la Iglesia. Empecemos hoy mismo leyendo la Biblia. Estamos celebrando el Año Paulino, el Apóstol nos puede introducir en la Palabra.