CREER desde mi nada
en Ti: El Inagotable.
El que se vierte y cunde en lo tan leve
del rápido paisaje de mi arcilla.
A pesar de este fiero Satán de mis cuidados
reflejo de mortales menesteres.
A pesar de que olvido los valores
que a lo humano levantan: la justicia,
la verdad sin cansancio, la ternura
de un gesto al enemigo, la virtud
del deber bien cumplido, la sustancia
del arte de copiar las imparables
palabras del Sermón de la Montaña…
(Desde la quíntuple riada
de mis sentidos, a través del cauce
misterioso de tu Providencia,
sucesión de bondades aclarando
la densa niebla del conocimiento.)
En Ti creer, y en mí, pues siendo Tú mi “cuándo”,
y el “cómo” y el “por qué” de mi camino,
mi fe se llama ser
porción, parte de Ti,
y contemplar
que hace ya mucha vida que no sabe
mi vida caminar -aunque lo olvide-
si no es tras el prodigio de que nunca
se marchita la rosa de los vientos,
porque la orientas Tú, El Inagotable.