El pasado domingo 2 de noviembre la Reina de España cumplió 70 años. Con este motivo han visto la luz varios libros, distintas entrevistas y un gran despliegue informativo. En uno de estos libros, el de la periodista y escritora Pilar Urbano, Doña Sofía realiza algunas declaraciones que han suscitado una gran polémica en la sociedad española.
Desde la base de la ley natural, la Reina se manifiesta contraria al aborto y a la eutanasia, lamenta que las uniones homosexuales hayan sido en España equiparadas legalmente al matrimonio y se declara partidaria de la enseñanza religiosa escolar. Ante la polvareda provocada por estas manifestaciones «políticamente incorrectas», la Casa Real emitió un comunicado en el precisaba que determinadas afirmaciones de la Reina contenidas en el citado libro se habían realizado en un ámbito privado y que no correspondían con exactitud a sus opiniones.
Más allá de la polémica –de las precisiones y matizaciones, de las utilizaciones y de los protagonismos, del sensacionalismo y de los tópicos al uso– lo cierto es que Doña Sofía ha dicho verdades como puños, al menos, en los cuatros temas aludidos. Y además lo ha hecho yendo al fondo de la cuestión, que no es otro que el respeto a la ley natural y a los derechos sagrados e inviolables de las personas y de los padres.
¿Dónde está el delito de afirmar que «la vida y la muerte no están en nuestras manos», que «hay que respetar toda criatura viviente» o que «estar por la vida no es cosa de retrógrados ni es solo cosa de los cristianos, sino que es seguir la ley natural»?
¿Dónde está el problema de opinar que «se ha de explicar religión en los colegios porque los niños necesitan una explicación del origen del mundo y de la vida?
¿Se hubiera armado tanta polémica si la Reina hubiera realizado declaraciones más vaporosas, más genéricas, menos valientes y comprometidas, incluso más complacientes y próximas al discurso oficial?
¿No necesitará nuestra sociedad un toque de atención como este? ¿Por qué ha de estar reñida la equidistancia institucional de la Corona con el ejercicio de la libertad de expresión y la defensa de los valores morales verdaderos y permanentes?
Más allá, sí, de la polémica, la Reina ha prestado un nuevo y gran servicio a la sociedad española y a la verdad. Y además ha demostrado honestidad, coherencia y fidelidad a sí misma, a sus raíces y a su trayectoria vital. No ha faltado el respeto a nadie, no se ha entrometido en la dialéctica política y partidista y, con hondura, sinceridad y fundamento, ha dejado sobre el tapete del debate público cuestiones de cadente actualidad y de necesario replanteamiento para una sociedad que no puede ir a la deriva en temas tan capitales.
Editorial de la Revista Ecclesia 8-XI-08