En este artículo, me gustaría agradecer y felicitar la labor que sigue realizando ese grupo de amigos que, a pesar de la dificultad de no tener a su querido maestro Pascual, siguen reunidos manteniendo esa bonita tradición que tenemos en Almodóvar: la preparación de la Navidad con sus Misas de la Virgen.
Estoy totalmente convencido que mi padre estará muy orgulloso de ver cómo el esfuerzo y la ilusión que él nos enseñó, sigue estando presente en el grupo.
Podría hablaros de muchos temas musicales relacionados con la Navidad, pero prefiero recordar un tema mucho más interesante para mí.
La Navidad musical de mi padre:
Llegaba el mes de Octubre, y ya empezaba a recordarme:
¿Qué vamos a enseñar este año?
A partir de esa pregunta, yo sabía que había que empezar a pensar y planificar porque él quería tener las partituras lo antes posible para empezar a enseñárselas a los componentes de la rondalla.
Durante el mes de Octubre, oíamos todas las cintas de villancicos que teníamos, las que comprábamos, las que nos mandaba mi hermana, las que nos dejaban, y estudiábamos todos los libros que mi padre tenía en su biblioteca musical; una vez elegidos los que creíamos más bonitos, empezaba el descarte y la selección de los dos villancicos que solía estrenar año tras año.
Con esa paciencia tan difícil de igualar que tenía nuestro Maestro, conseguía, día tras día, ensayo tras ensayo, modelar la música y conjuntar la melodía de los instrumentos con la armonía de las voces, consiguiendo un resultado muy aceptable en cuanto a la interpretación y a la posterior crítica de los fieles de nuestra parroquia.
Una vez finalizado el “trabajo” musical, él seguía disfrutando con los preparativos para que el día 16 de Diciembre a las 7 de la mañana estuviera todo preparado: pedía la cocina a su amiga Misi para poder calentar la leche que suelen tomar los músicos y cantantes todas las mañanas antes de comenzar la misa, y así, poner en funcionamiento las manos y voces de los “pastores” (como suele llamarlos D. Tomás) , compraba todos lo necesario para esas 9 madrugadas, limpiaba todos los cubiertos para poder ser utilizados año tras año, etc.
Llegaba el día 16, y el despertador sonaba todos los días (durante más de 40 años) a las 6 de la mañana; a las 6,30 estaba calentando la leche, afinando los instrumentos, y recibiendo uno tras uno a todos los componentes y amigos del grupo.
Cuando se aproximaba la hora de la misa, una vez intercambiadas las primeras bromas de la mañana, mandaba interpretar el primer villancico de la mañana en el pequeño pasacalle que se realiza desde la casa del Santo hacia la parroquia.
Comenzada la Eucaristía, asistía centrado y concentrado en todo lo que giraba a su alrededor (interpretación de los villancicos, atención en las homilías de nuestros sacerdotes, tomaba su comunión…)
Finalizada la misa, seguía disfrutando viendo cómo el grupo se reunía para tomar ese típico chocolate con churros, popular a nivel general.
A continuación, él era el encargado de volver a limpiar el recipiente utilizado y las cucharillas para que estuviera todo preparado para el día siguiente.
Todo transcurría con normalidad, pero sentía pena cuando llegaba la última misa del día 24, porque vivía intensamente en su fe y en su música la preparación del nacimiento de Jesús con sus queridas Misas de la Virgen.
Un año más, todo había salido como él quería, y su único deseo era tener salud para continuar al año siguiente.
Que Dios nos bendiga y nos dé salud para seguir con una de las maravillosas herencias que mi padre nos dejó: ilusión, trabajo y amor por la MÚSICA.
FELIZ NAVIDAD PARA TODOS.
FELIZ NAVIDAD, PADRE.
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