Domingo de RamosDomingo de Ramos


Jesús, el Hijo de Dios, subido en un asnillo humilde y entrando en Jerusalén para ser  clavado en el madero de la cruz, resume lo que ha sido su programa de vida:

  • 0pcción  por la paz y la mansedumbre. Ya lo había dicho: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas” ( Mat. 11, 29)
  • 0pta por los humildes y los pobres. Los protagonistas de esa entrada en Jerusalén  son los discípulos, los niños y la gente sencilla. Todo tiene el perfume de lo pequeño, lo humilde y lo austero. No hay signos de ostentación y de fuerza.
  • Optó por el amor y la entrega: Así lo había dicho él mismo: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vidapor sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando” ( Jn. 15,13)

Para llegar a cumplir totalmente el programa de su vida llegará al sacrificio de sí mismo, subirá al trono de la cruz. Fue crucificado, y él quedó con  el corazón y los brazos abiertos.

Dios hecho hombre y “siervo del hombre”. Con el siguiente poema resume R. Prieto lo que decimos:

 

                     “Siervo del hombre”

Es el Hijo del Cielo,
y se viste de esclavo, como un cualquiera,
siervo del hombre, siervo mío.
Viene a poner el Cielo a nuestra disposición.

¿Qué quiere el hombre?
¿Quiere cariño? – Traigo abundantes reservas.
¿Quiere salud? – Traigo medicinas.
¿Quiere luz? – Traigo hoguera y colirio.
¿Quiere libertad? – Traigo la llave.
¿Quiere vida? – Yo la tengo en abundancia…

Aquí estoy, para hacer vuestra voluntad.
Mis manos, para curar heridas y levantar caídos.
Mis espaldas, para soportar cargas o recibir vuestros golpes.
Mi rostro, para que miréis en él vuestra propia imagen, y la de los pobres y la de Dios.
Mi pecho, para que descanséis en él.
Mi corazón, para encender una hoguera contra el frío y la noche, y para abrir un manantial de vida.

Jueves SantoJueves Santo

En la tarde antes de padecer Jesús dio a sus discípulos las pruebas más hermosas  y más elocuentes de amor. Hay que escuchar sus palabras y captar  sus gestos.

Una de sus palabras: “Que os améis los unos a los otros como yo os he amado”

Es su mandamiento, un mandamiento nuevo. La  novedad no está en que se exija el amor, sino en la calidad y medida del amor. No basta amar al otro como a sí mismo, sino como Jesús nos ha amado.

Hasta dar la vida.: “Nadie tiene amor más grande”. Hasta dar la vida por amor llegó Jesús. Antes de que nadie se la quitara, Jesús nos la dio. 

Como yo os he amado. Ese amor es grandioso. Es algo realmente nuevo en la tierra. Se trata de un amor  entrañable,  gratuito, limpio, de entrega, incondicional… En una palabra, el amor de Cristo es hasta el extremo, hasta dar la vida.

Nuestra vida cristiana no puede ser otra cosa que ejercitarnos en amar como Jesús.  Hacer presente el amor de Jesús hacia los pobres y los enfermos, los pequeños, prolongar su misericordia para con los pecadores, actualizar su lucha por la justicia, continuar su oración  para que todos lleguemos a vivir en comunión.
 
El gesto: Lavatorio de los pies:

“También vosotros debéis lavaros los pies”

El Jueves Santo Jesús  lava los pies de los discípulos. Por entonces  un esclavo era el encargado de lavar los pies cuando se llegaba a casa. Y Jesús esta tarde hará de esclavo. “No he venido a ser servido”…»

Se baja del asiento, se despoja de su manto, y a lavar los pies sucios de los hombres. 

Nos enseña a hacer lo mismo. Esto es también una manera de dar la vida. Morir al yo que quiere ser servido y ponerse a servir. Pero sirviendo no por obligación ni por la paga, sino por el amor más grande. Sirviendo porque el Señor  me enseñó.

Viernes SantoViernes santo

“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna” ( Jn. 12 ,24) Así lo dijo Jesús, así fue su vida,  y así lo rubricó en la cruz.

Perder la vida:

“Entregar nuestra vida significa trabajar por los demás, aunque no nos lo paguen, hacer un favor a quien no nos lo va a devolver.., exponerse, si es necesario, al fracaso personal. Podemos entregar la vida sin ruido y sin falsa popularidad.

Podemos dar nuestra vida sencillamente, sin publicidad alguna, como el agua de un manantial, como la madre que da su pecho al niño, como el sudor silencioso del agricultor.”

La  donación de la vida es la que nos da más vida, la que llena y gratifica nuestra vida. Es más dichoso el que da que el que recibe, se dice en el libro de “Los Hechos de los apóstoles”.. Hay más alegría haciendo feliz al otro que siendo feliz a costa del otro.  

Como Cristo:

Jesús no se limitó a ofrecer una bonita doctrina, sino que la hizo vida.  El nos lo dio todo hasta la última gota de sangre. El se hizo pan y se dejó comer. El nos llegó a dar su propio aliento, su mismo Espíritu. 

Dar la vida por las personas que se aman  es algo humano. Pero Jesús dio la vida también por los no amigos,  por los mismos enemigos. Esto es ya don de la gracia. Jesús dio la vida por los mismos que se la quitaban. Su sangre preciosa redimiría al mundo y salvaría a todos los hombres.

Y Jesús no sólo se entregó, sino que su entrega permanece. Sigue dando la vida por cada uno de nosotros.  Sigue, cada día, en cada Eucaristía, partiendo el pan de su cuerpo ofrecido y entregado. Nos podemos seguir alimentando de su Espíritu. Decir Jesús es decir entrega total, donación absoluta. Y esto mismo le convierte en el modelo de la Humanidad nueva, del nuevo hombre. Desde ese Espíritu de Jesús nacen hombres que crean un estilo nuevo de persona y que  sueñan con esa nueva humanidad nacida de los que siguen  al Señor Jesús en su entrega total.

Pascua de ResurrecciónPascua de Resurrección

Gracias a la Resurrección de Cristo, la vida supera a la muerte.  La vida es un gran milagro. Dios, Señor y Dador de vida, da vida a los muertos. Ésta es la buena, la gran Noticia. El hombre no es un ser para la muerte, el hombre  se transforma después de la muerte.

El Resucitado:

Jesucristo es  “el Primogénito de entre los muertos… El Primero y el Último, el que vive.., el que estuvo muerto y revivió” (Ap 1, 5. 18; 2, 8). Él es la Vida. No sólo es el Resucitado, sino la Resurrección. El es la Luz que brilla en el mundo en los corazones. Muchos milagros hizo Jesús, pero el mayor milagro fue  su resurrección.

Los resucitados:

Todo el que crea en Jesús resucitado puede contagiarse de  la Vida, puede resucitar.

El gran milagro para un cristiano es la Pascua, pero no como un suceso aislado en Jesús, sino como una realidad repetida en nosotros,  una corriente de vida que estremece toda la tierra.

Jesucristo nos hablaba del Padre, de un Amor que engendra vida. Aliento de Vida.

“Envías tu Aliento y son creados y renuevas la faz de la tierra” (Salm. 103, 30). Primero fue el Aliento del Padre: “Insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente”.

Después fue el Aliento del Hijo resucitado a los discípulos: “Exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”.

El Dios de la Vida:

Dios, Cristo Resucitado, no quiso que su presencia resucitada fuera para los discípulos un momento emotivo y superficial. Les metió la Pascua dentro; alentó sobre ellos, infundió el Espíritu Santo, Espíritu de Vida, el Espíritu de la Pascua. Ellos recibieron más vida, resucitaron también.

El Señor de la Vida,  a través del Hijo Jesús sigue alentando siempre sobre todos los que se hacen discípulos suyos, sigue llenándolos de una vida nueva del Espíritu, que nos transfigura ya ahora y  que dura para siempre.