Estamos en unos tiempos en que todos queremos tener de todo. Esta cultura del tener afecta también a los niños. Los mayores les damos toda clase de juegos esperando hacerles más felices, y lo que hacemos es atontarlos más. Cuando llegan los reyes, comuniones, cumpleaños etc., se encuentran los pequeños con tantas cosas que solo les hace ilusión quitarles el envoltorio y pasar a destapar otro regalo.
Cuando veo esto me gusta recordar cómo jugábamos los niños de mi época. Había juegos en grupo que se hacían en las calles, como el envido, la pìdola, el rescate, la maya, el cinto y la paja, el mocho, etc. Antes de empezar la partida se hacían los equipos donde dos de los jugadores echaban a suerte a ver quién empezaba eligiendo.
Otra clase de juego, estos individuales eran, el aro, las bolas, los platillos, la tara, y los cromos, que se hacían con las estampas de las cajas de cerillas y los tiques usados del automotor. En estos solía ganar el que más destreza tenía o sabía hacer más trampas. Consistía en ganarle todos los platillos, bolas o cromos al compañero.
En tiempo de invierno, cuando no se podía salir a la calle, como no había televisión, mientras se escuchaba la radio, en casa, se solía jugar al parchis, la oca o se leían los cuentos y tebeos. Recuerdo los del Capitán Trueno, Roberto Alcázar y Pedrin, el Jabato y otros varios. También existían los juegos en los que se empleaban alguna parte del cuerpo, sobre todo las manos como “pinto pinto”, “puño puñete”, “madre qué comeremos”… etc.
Había niños que se hacían su juguete, por ejemplo, un carrito de una lata de sardinas a la que se le colocaban ruedas de goma otros hacían establos y animales con cajas de zapatos.
Las niñas también tenían sus juegos porque no solían jugar con los muchachos. Recuerdo las cocinitas que se pasaban horas haciendo comidas con hojas de árboles, tierra y agua, las muñecas de trapo, los cuentos de Sisí Emperatriz, las muñecas de papel recortable, la comba etc.
Podría explicar el desarrollo de cada uno de estos juegos, pero me llevaría un montón de folios; los que somos de otra época sabemos de qué iba la cosa.
Lo que quiero decir con todo lo expuesto es que aquellos juegos nos inducían a desarrollar una serie de hábitos, por ejemplo, el trabajar en equipo, valorar lo que tienes, desarrollar la imaginación, esforzarse para conseguir algo, etc.
Yo no digo que aquellos tiempos fueran mejores, pero sí creo que aquellos niños, cuando jugaban, tenían las caras más alegres disfrutaban y reían más. Hoy es frecuente ver a muchas familias que no les caben los cacharros de los niños en las casas y cada vez que salen de compras o de paseo, los críos lloran hasta que consiguen que les compren otro cacharro más.
Yo pienso que la vida ha progresado gracias a Dios, pero creo que esto que llamamos bienestar puede que sea consumismo y lo peor es que deja insatisfechos a los niños y a través de ellos explota a los mayores.
Termino comentando que soy una persona que me gusta mucho disfrutar y pasar el tiempo con niños pequeños, cuando juego con ellos suelo enseñarles de estos juegos que he comentado experimento y veo que se olvidan por completo de tanto juego moderno como tiene y me piden que les enseñe mas cosas antiguas.
Es como mejor se lo pasan y no les cuesta ningún dinero a los padres.