Una vez finalizada la Semana Santa, y haciendo un análisis sobre cómo la he vivido personalmente, me gustaría dedicar mis sencillas y humildes palabras a un grupo de personas que hacen que me sienta enormemente orgulloso de ellos, y sobre todo, de la persona que hizo, (musicalmente hablando), que viviéramos los Santos Oficios de nuestra Parroquia de una manera muy intensa y emotiva: nuestro gran maestro y padre Pascual Solís.
Cuando falleció mi padre, todos pensábamos: ¿y ahora qué?
Una difícil pregunta que tuvo una fácil respuesta: seguir adelante.
Después de una reunión (muy emotiva para mí como os podréis imaginar), todos decidimos embarcarnos en una aventura difícil, pero no por ello menos gratificante.
Una aventura cuyo objetivo era seguir colaborando con nuestra parroquia y nuestros sacerdotes, y a la vez, no desaprovechar tantas horas de ensayos y tantos años de satisfacciones, de alegrías, de esfuerzos, de amistad personal, de rezar cantando, de amar la música religiosa…que fue posible gracias a la labor encomiable de nuestro maestro.
El trabajo envidiable y depurado de mi padre se convertiría en un trabajo intenso y sacrificado; habría que conseguir el mismo resultado que él conseguía pero en mucho menos tiempo.
Un ejemplo de ello es la preparación a fondo y contra reloj que ha realizado nuestra coral para preparar los Santos Oficios (o próximamente la novena y función a nuestra Virgen del Carmen) por el numeroso repertorio que debe interpretar.
Me gustaría, desde estas páginas, aplaudir el interés, el esfuerzo y la ilusión que habéis puesto en los ensayos diarios que hemos realizado, puesto que si reconocemos el nivel que conseguisteis durante más de 40 años, mucho mayor reconocimiento si tenemos en cuenta que ninguno de vosotros tenéis estudios ni conocimientos musicales:
Si tuvierais esos conocimientos, os daríais cuenta el mérito que tiene darle vida a una partitura musical, a 4 voces y “a capella” sin acompañamiento musical.
Por otro lado, sería injusto por mi parte no mencionar a uno de los componentes más jóvenes del grupo, encargado de sustituirme en la dirección del grupo en triduos y funciones de nuestros santos S. Juan de Ávila y S. Juan Bautista de la Concepción: Vicente Cendrero, joven muy responsable, inteligente y trabajador que fue alumno predilecto de mi padre y mío, y del cual me siento muy orgulloso por su labor al frente del grupo.
Por último, felicitaros por esa interesante interpretación de la Misa solemne de Jáuregui; las dos canciones estrenadas: Seréis mis testigos y Sois la luz del mundo de Ignacio Yagüe; el Adoramus te ; el majestuoso Ave verum de Mozart ; el solo de Pepita en el sobrecogedor y precioso Siervo de Yavé; o el canto que nunca podrá faltar de nuestro repertorio: Cerca de ti, Señor, la canción preferida de mi padre.
Por todo ello, GRACIAS por continuar con todo aquello que de él aprendimos; estoy totalmente seguro y convencido que estará muy feliz y orgulloso de todos nosotros, y desde el cielo seguirá echándonos una mano.
Os quiero. Un abrazo para todos.