Recordamos a los que se marcharon y nos dejaron sumidos en el vacío de algo que nos falta.
Nos falta un trozo de alma, de espíritu, de carne, de ilusión y de esperanza: algo nuestro, que se llevaron con ellos en su último viaje.
Nosotros aquí nos quedamos entristecidos al pensar que nunca más volveremos a oír sus voces, a tener su mirada y su consuelo. Nuca llenaremos ese hueco que dejaron ni aún con el paso del tiempo.
Intentamos tener nuestra mente ocupada para amenizar el dolor y la pérdida; pero, el atardecer y la noche nos llevan a ellos y a su nostalgia.
Padre: ya hace casi nueve años que no te veo y aún te imagino por la casa- que está igual que a dejaste-, todavía conservo muchas cosas tuyas, que procuro tener muy escondidas para no perderlas. Te echo mucho de menos.
Madre: tu partida ha sido muy fuerte; ¿qué voy a decir de ti?- Que sólo en seis mes, echo tanto de menos tu voz, tu mirada, tu cariño… Todo está en casa menos vosotros.
Los que más me querían me dejaron sola.
Siento una envidia sana de los que son mayores que yo y aún tienen sus padres o alguno de ellos; pero, por otro lado pienso que también soy afortunada, que tengo dos hijas y más cosas, y le pido a Dios que les dé sobre todo mucha salud y las conserve sanas hasta la vejez.
Padre, madre: descansad en la paz del Señor eternamente junto con todos los de la familia, que se fueron también. Y rezad y proteged a todos los que aún estamos en este lado, pues falta nos hace.
Un beso muy grande y un abrazo.
Estáis para siempre en mi memoria.