Derecho a vivirMe llamo María y tengo 14 años.

El pasado 17 de octubre estuve en Madrid en la manifestación por la vida y fue una experiencia estupenda que nunca olvidaré.

Las calles estaban llenas de familias, con niños de todas las edades, acompañados de abuelos y amigos.

Pero, sobre todo, había muchos jóvenes, especialmente voluntarios, nos dijeron que más de 1200, que cantaban, bailaban, animaban en la espera y ayudaban a todo el que lo necesitaba.

El ambiente era alegre y cordial, hablábamos con los de al lado como si los conociéramos de siempre y, poco a poco, se fueron acercando las 5 de la tarde.

La manifestación contra el aborto salió de la Puerta del Sol, en una tarde cálida, llena de sol, globos de colores, música e ilusión, que unió a muchas personas para gritar todos juntos: “CADA VIDA IMPORTA”.

Fuimos andando despacio, metidos en una gran masa humana, rodeados de pancartas, banderas, canciones…

Una de las cosas que más me impresionó fue el muñequito de plástico con la forma y el tamaño de un feto de 14 semanas que repartieron y que demuestra que esta reproducción de un ser vivo tiene una apariencia completamente humana, aunque débil e indefenso.

Entre charlas y canciones llegamos a la Puerta de Alcalá y allí oímos diferentes testimonios de personas que habían vivido la experiencia trágica de un aborto y otros, de madres que habían decidido seguir adelante con su embarazo en situaciones difíciles, y cifras espeluznantes: 1.234.700 abortos desde 1985.

Todos aplaudimos a esos niños que nunca llegaron a nacer y el cielo se llenó de globos blancos. Los jóvenes gritaban y algunos mayores se les llenaron de lágrimas los ojos.

Finalmente, se leyó el Manifiesto, en el que se pedía la retirada de la nueva ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo, que defiende el aborto libre hasta la 14 semana de gestación y que las niñas de 16 años puedan hacerlo sin el consentimiento de sus padres.

Y, mientras sonaba la conocida canción de José Luís Perales “Que canten los niños, que alcen la voz….”, que todos acompañábamos con los brazos en alto, se dio por terminado el acto.

Los voluntarios estaban cansados, nos despidieron deseándonos  buen regreso, igual que muchas personas que se dirigieron a sus autobuses, trenes o casas.

Algo importante pasó la tarde del sábado 17 de octubre de 2009 en Madrid: se defendió el derecho a la vida, el don más preciado de todo ser humano y del que nada ni nadie puede disponer.

El derecho a la vida había unido a gentes de todas partes de España, de diferentes ideologías y creencias, de edades y situaciones muy distintas.

En el tren de regreso a casa, aún se veían pegatinas, banderas con los piececitos del feto de 14 semanas, se oían comentarios alegres, risas de niños…
 
Creo que fue un testimonio ejemplar “POR LA VIDA, LA MUJER Y LA MATERNIDAD”.