“La Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre, viniendo a este mundo.”
(Jn,1 9)
Llinxon Barre de 31 años y Narcisa Jama de 28 años son una pareja que el 25 de este mes cumplen dos años de haberse casado por la Iglesia. Quisieron que una de las hermanas Combonianas los prepararan al sacramento. Fue una decisión valiente de parte de ambos, pues es muy raro que las parejas contraigan matrimonio eclesiástico, ya que el índice de separación es muy alto. Ellos participaban en la misa todos los domingos y después de un encuentro profundo con Dios pidieron este compromiso más serio con su fe.
En los encuentros con la hermana que los preparaba salió a la luz que él no era bautizado y que ninguno de los dos había hecho la 1ª comunión. En el mismo día él recibió el sacramento del bautismo, se casaron e hicieron su primera comunión. Y los acompañaban muy felices sus dos niños: Sixto de doce años y Dominga de 9 años.
Con frecuencia buscaban a la hermana que los preparó a los sacramentos para hablar sobre sus problemas sobre todo en relación al padrastro de Llinxon. (Aquí pocas son las familias que se mantiene unidas en el primer compromiso de pareja).
Llinxon trabajaba para su padrastro en uno de los botes pesqueros de este hombre y ganaba cuarenta dólares semanales, cuando se los pagaba, trabajando todos los días de la semana sin descanso y sin horarios. Este hombre es un explotador, aprovecha de la indigencia de las personas, a todos los trabajadores les queda debiendo dinero, pues los contrata y los paga por tres semanas y después de trabajar algunas semanas más los despide sin pagarles el resto.
La hermana hablando con Llinxon le hizo entender sus derechos como trabajador, a lo que Llinxon respondió pidiendo a su padrastro una mejora en el sueldo, ya que la familia lo necesitaba para vivir. La respuesta del padrastro fue el despido y la deuda contraída con Llinxon, pues no le ha pagado todavía el dinero que le debía del trabajo. Antes de este despido, se aprovechó de Llinxon lo que pudo.
Uno de los ejemplos es como el padrastro se puso como fiador de Llinxon para conseguir un motor que el gobierno facilitaba a los pescadores que habían sido robados por los piratas del mar. Después de entregar unos requisitos y entregar una suma de dinero, cuando ya estaba a punto de conseguirlo el padrastro lo engañó y se quedó con el motor.
El caso es que Narcisa y Llinxon viven en una casa que no es suya, es del padrastro. Luego están muy angustiados porque en cualquier momento los pueden echar a la calle. Por esta razón la hermana los animó a que compraran un solar y empezaran a construir su casa. Así que vendieron una barquita que tenían: esto era todo lo que poseían y compraron el terreno. La hermana los ayudó a entrar en un sistema gubernamental de apoyo a la construcción de casas. Tenían que reunir cada semana una cuota y entregarla a un intermediario, el cual recaudaba de 20 familias más.
Después de haber reunido la cifra que tenían que haber depositado en el banco para mandar las carpetas de cada familia y dar andamiento a los trámites para dar inicio a la construcción, la persona intermediaria desapareció con el dinero, engañándolos una vez más.
Hace tres meses que Llinxon para vivir se dedica a comprar pescado y revenderlo. Compra 20 dólares de pescado y en la reventa consigue 30 dólares, en el margen de cuatro o cinco días.
De estas ganancias tiene que sacar para las necesidades básicas, entre ellas la de pagar la escuela de los niños. Cada niño tiene una cuota mensual de 7 dólares. Ropa me decía Narcisa que hace mucho tiempo que no compran nada. Para salir adelante tienen que dejar fiado en las tiendas y cuando pueden, pagan la deuda. El pollo y otro tipo de carne, las legumbres son un lujo. Todos los días arroz y algún trozo de pescado.
A esta familia estas Navidades tenemos el deseo de ayudarles en la construcción de su casa. Y hablando con las hermanas de mi comunidad, hemos puesto la confianza en todos vosotros para que esta familia cristiana tenga un techo propio. Ellos lo merecen, pues de verdad son un ejemplo de vida honesta entre sus semejantes.
Hoy mismo llegó Narcisa a nuestra casa compartiendo unos cuantos plátanos y un trozo de pescado que ayer le habían regalado. Y nos contó que anoche al lado de su casa a palos mataron a dos hombres por ser piratas del mar, quemándolos con gasolina. Se le caían las lágrimas y repetía una y otra vez que cómo un hermano puede hacer esto a otro hermano.
En fin, ellos son pobres pero tienen un corazón grande, noble y sencillo. Dios es grande y demuestra siempre que está del lado del que confía en Él.
En nombre de las hermanas Combonianas de Muisne deseamos que en este tiempo de Navidad tan propicio para abrir las puertas de nuestros corazones hacia los demás y desempañar las ventanas de nuestra alma nos encontremos con la Verdad la Justicia y la Paz.