Queridos lectores de “IGLESIA EN ALMODÓVAR”: aunque el Tratado del R.I (RECOGIMIENTO INTERIOR) de vuestro paisano S. Juan Bautista de la Concepción merece muchos más artículos y un estudio profundo, yo voy a concluir por ahora con este tercer articulito. Eso sí, os recomiendo leer el original, que aunque escritor del siglo de oro, lo cierto es que a S. Juan Bautista se le lee con gusto, por su claridad, sus comparaciones, su profundidad y sus preciosas enseñanzas.
Vamos a ver cómo define S. Juan Bautista los estados de perfección y sobre todo nos vamos a fijar en cómo eleva su alma a Dios y nos aconseja vivir la íntima unión con Él, “para estar y vivir siempre alegres”.
1.- Los estados de perfección.
Finalmente no quiero pasar por alto otra similitud que el Santo Manchego pone con respecto al recogimiento del alma y a su encuentro y cercanía de Dios.
No quiero leer la cita entera en la que habla de los estados o aposentos en los que Cristo guarda a cada uno según su condición y privanza. Juan Bta. habla de tres grandes estados de cercanía e intimidad con Dios.
1. “El primero es el de los casados, los cuales están en el zaguán y primer recibimiento. Están recogidos y guardados por los diez mandamientos”. Estos gozan menos de la vista y conversación de su Señor.
2. “El otro estado es el de los continentes”. Estos guardan con puntualidad la ley de Dios y algunos de sus consejos, por cuyas obras se les concede mayor gracia.
3. “El tercer estado es el de los religiosos, los cuales desembarazados de todas las cosas de la tierra, procuran con grandes veras llegarse a Dios con particular gracia, don y unión sobrenatural de su Espíritu al de Dios” I 720.
Tras describir los estados de perfección, Juan Bautista, que tiene corazón de fuego, se eleva hasta a Dios y nos deja una preciosa oración, muy poética, muy profunda que dice así:
“Ea, Dios y Señor mío,
en los principios siento la dificultad
mientras estoy cerca de mi propio.
Haz Tú, Señor, que yo me aleje
y desnude de este viejo Adán
que es tan sensible.
Vísteme, Señor de tu gracia,
y de tu Hijo Cristo,
porque vestido de Él
no me mirarás a mí ni a mis defectos,
sino su rostro resplandeciente.
Con tal junta y compañía
y vestido tan de bodas como es el de Cristo
¿qué te pediré yo, Señor, que no me otorgues?
¿Cuánta será la seguridad que mi alma
llevará al convite de aquellas eternas bodas
donde todos los bienaventurados están sentados?
¡Oh dichosos trabajos y mortificaciones que a Ti nos acercan!
Vengan, Señor, mucho de norabuena.
Da, Señor, lo que prometes y envía lo que quieres.
Peso que, pesando el cuerpo, levanta el alma
y la eleva a trato particular con Dios”. I. pág. 592.
2.- Resumiendo.
Nuestro místico insiste en su concepto de R.I. que en definitiva desemboca en la perfecta unión entre Dios y el alma. Esta es la grandeza del alma. Este es el gran don de Dios. Atrás quedan las criaturas, y la llanura del Guadiana, y los saltos y escarpados del Tajo. Lo importante es que ambos llegan al mar y se funden en él, es decir a Dios y se funden alma y Dios y Dios y alma en un encuentro perfecto. No es por tanto el R.I. de S. Juan Bautista retiro y abandono, sino encuentro total, transformación y vida.
Solo añadir dos cosas:
1. Este tratado enlaza perfectamente con el tratado sobre la Humildad y el tratado de la Continua Presencia de Dios. Además la doctrina aquí expuesta se halla de forma transversal, prácticamente a lo largo de todas las obras de S. Juan Bautista.
2. Y lo mismo que hice al estudiar el tratado de la Humildad, reconocer de nuevo la belleza y riqueza de las trilogías de S. Juan Bautista, de las que he contado 396. He aquí algunas muy bellas:
- En el RI “Ase Dios su alma, trábala, y enlázala y júntala consigo mismo” p.538.
- La mortificación debe ser “liviana, acertada, medida y atentada” p.562.
- Hay éxtasis que son: enteros, ciertísimos y verdaderos” p. 559.
- El R.I. más que el éxtasis “es de más consideración, provecho y mérito p. 559.
- El justo para el mundo es: “risa, fiesta y entretenimiento” p.578.
- El justo para el mundo es “estiércol, sscoria y andrajos que pisan” p. 578.
- Al justo como a los toros “los agarrochan, pican y hieren con maldiciones, persecuciones y blasfemias p.578.
- El alma en Dios “tiene fortaleza, tranquilidad, quietud y sosiego” p.587. Etc. etc..
3.- Conclusión. Pero permítanme que termine con un precioso párrafo de Ntro. Santo Padre que llena el alma de paz y alegría:
“¡Oh hermanos de mi alma, y qué dichosa es el alma que tiene a Dios! ¿Quién con veras no le busca y, hallándole, no le tiene de suerte que no se le vaya, siquiera para que no sintamos tantos trabajos, mortificaciones, afrentas y denuedos como en este mundo se pasan, para sufrir y llevar bien y de buena gana las penitencias y rigores de la religión, para estar y vivir siempre alegres, para que la noche ni oscuridad no nos halle, para ser fuertes y desafiar al mundo, para poder levantar la cabeza el día de la tribulación?” I, 589
Córdoba, 3 de Mayo de 2.010
Junto al Sepulcro de S. Juan Bautista