Pensaba, hace un momento, cuántos Padrenuestros he podido rezar a lo largo de mi vida, y pienso que bastantes miles. En todos ellos, después de reconocer que Dios es mi Padre, le he pedido que "se haga su Voluntad".
Confieso que he tardado muchos años en comprender que ese pedirle al Padre que se haga su Voluntad, no era una frase abstracta y general, sino que tenía que hacerla mía en mis relaciones con el Padre.
Lo más importante en mi vida trascendente y, por ello, en mi vida es aceptar la Voluntad del Padre.
Puedo hacerme una pregunta: "¿Cómo voy a conocer cuál es la voluntad del Padre en relación con mi vida?"
Pienso que no necesito más que pararme un momento para descubrirla. Basta que me pregunte qué quiere el Padre de mí y me habré encontrado con la respuesta.
La experiencia me indica que normalmente es lo contrario de lo que me apetecería hacer y así es lo que debiera hacer.
Este planteamiento de qué hacer, normalmente, no se produce de una forma constante, sino en momentos concretos, en que choca lo que me apetece con lo que debo hacer. En estos casos, me encuentro a disgusto cuando triunfa el capricho y con paz y alegría interior cuando he escogido lo que no me apetecía, pero estaba claro que era lo que correspondía, era la Voluntad del Padre.
En la residencia tengo muchas ocasiones de ayudar a personas, escuchar a los que me vienen a ver, resolver pequeños problemas (son pequeños para mi, pero no para quien me lo pide).En muchos casos lo hago encantado, en otros tengo que hacer un esfuerzo, siempre pequeño. En ellos sé que, si los cumplo, hago la Voluntad del Padre.
En los Evangelios se dice que Jesús cumple en todo momento la Voluntad del Padre, aunque solo podemos leerlo en forma puntual: En la Encarnación, al hacerse hombre en el seno de María, por obra del Espíritu Santo. Después, a los doce años, se queda en el templo, mientras María y José lo buscan tres días angustiosamente. Cuando y cumple treinta años, inicia su vida pública: es en la oración en el huerto cuando Jesús acepta la Voluntad del Padre.
Una cosa es cierta, Jesús cumple la Voluntad del Padre en cada instante de su vida, haciendo en cada momento lo que tiene que hacer, con sencillez, naturalidad.