San Juan Bautista de la ConcepciónI.- EL MANCHEGO.

Hombre austero de gentes austeras,
a la luz de este mundo viniste,
en la Mancha austera naciste,
y aprendiste de gentes sinceras,
a entregar con amor, vida entera,
a la causa nacida de Dios;
cual las gentes que viste en tu tierra,
fuiste, Juan, la figura señera,
que Almodóvar a la Orden dio.

II.- EL JOVEN

Corazón de ideales repleto,
mente sana y sano corazón,
fuiste un joven, cristiano sincero,
que escuchaste la voz del Señor;
y seguiste por limpios senderos,
y mirando muy alto, hacia el cielo,
entregado y lleno de amor,
cual soldado valiente y guerrero,
muy guerrero, a lo santo, a lo Dios,
mas poniendo los pies en el suelo.

III.- EL NOVICIO

Atraído por Dios, Uno y Trino,
vida nueva quisiste iniciar,
comenzando feliz el camino,
de la Casa de la Trinidad;
y vestido de blanca librea,
cual tu alma, blanca sin igual,
te entregaste a una vida sincera;
y abrazado a tu Dios, de verdad,
te dejaste quemar en la hoguera,
del amor, la justeza y la paz.

IV.- EL FRAILE

Consagrado a tu Dios Trinidad,
y ligado por vinculo triple,
obediencia, pobreza y castidad,
te sentiste con fuerza invencible,
y soldado de la caridad;
rojo ardiente de santos deseos,
en tu pecho brilló, y la humildad,
y el dolor del azul en tu pecho,
te signaron, fraile de verdad,
como apóstol de la libertad.

V.-EL PREDICADOR

Anunciaste con ardiente celo
el mensaje del Señor Jesús,
y era tanto tu  ardor y tu anhelo,
que querías vivir en la cruz,
a la espalda del duro madero,
donde tu recibías la luz,
y la fuerza de ser pregonero,
esa fuerza qua tuviste tú,
predicando por el mundo entero
tu mensaje  de  amor y virtud.


San Juan Bautista de la ConcepciónVI.- EL CONVERSO

Si tu vida, por unos instantes,
quiso acomodarse, vivir y pasar,
si en algunos momentos pensaste,
en vivir una vida vulgar,
sin querer complicarte con nada,
pues a cada día le sobra su afán,
no faltó la oportuna llamada,
la tormenta que te hizo pensar,
y volviste a tu Dios la mirada,
y nada de Él te pudo apartar.

VII.- EL RECOLETO

El  hombre fiel a su propia palabra,
aunque débil, por el qué dirán,
de tu mente, nunca se apartaba,
la promesa de pronto cambiar,
vida buena, pero regalada,
por la vida de recolección,
y a la Virgen María le hablabas,
y decías con gran devoción:
si deseas quo yo te complazca,
pon tu ayuda, ¡0h, Madre de Dios!

VIII.- EL REFORMADOR

Reformar es difícil tarea,
pero no, cuando es obra de Dios,
y aunque todo en contra se vuelva,
y aunque a veces parezca un error,
tu confías en quien todo puede,
y hace nuevo todo con amor,
y en sus manos, contigo florece,
el  jardín que sembró el Redentor;
Descalcez Trinitaria  amanece,
la familia que Dios renovó.

IX.- EL MISTICO

Andariego por mundos y mares,
frente alta, limpio el corazón,
no te asustan los odios y males,
pues contigo va siempre tu Dios,
que te libra de las tempestades,
que te llena del alma el hondón,
que te alienta e ilumina a raudales,
que te arroba en ardiente oración,
y te entregas a tus soledades,
trabajos, fatigas y contemplación.

X.- EL SANTO

Cuando llega el caer de la tarde,
ya cansado de tanto luchar,
sólo tienes palabras de Padre,
de perdón, de cariño y de paz;
y no cuentas que te hicieron daño,
y perdonas y olvidas sin más;
y deseas que siga tu obra,
y te obligan tu obra a dejar,
eres alma gigante y hermosa,
un regalo de Dios Trinidad.

XI.- Epílogo

¡Oh, Manchego sublime y glorioso!
alma joven que todo lo da,
renovado, corazón gozoso,
fraile santo, valiente y tenaz;
Valdepeñas te vio recoleto,
tu Reforma forjaste leal;
una nueva familia creaste,
y al cautivo diste libertad;
te entregaste con alma y con cuerpo,
a la gloria de la Trinidad.