La fiesta, cuando es bien celebrada y vivida, sirve para desarrollar el juego, la fantasía, la creatividad, la comunicación, la convivencia gozosa.
Pueden también los días festivos servir para seguir viviendo con ilusión, con el sentimiento de la utopía, que cierra las puertas a la rutina, al cansancio, la desilusión y la pereza del alma y espíritu y lo abre a la risa, al humor, a la manifestación gozosa.
Los creyentes vivimos la vida orientados siempre hacia “los nuevos cielos y la nueva tierra”; creemos que un mundo mejor siempre es posible con la fuerza de Dios y nuestro esfuerzo. Por esa razón creemos que es bonito y festivo vivir.
La fiesta no es simple paréntesis en nuestro vivir, sino un modo de vivir intensamente lo que es el estilo festivo del enfoque de la vida.
Quien celebra bien los días festivos, está afirmando que la existencia, a pesar de sus contradicciones, es una fiesta.
Que no sólo hay unos tiempos para relajarse y festejar, sino que la misma vida, el trabajo, las relaciones mutuas, el dolor y el gozo son una fiesta.
La fiesta nos ayuda a encontrar un significado nuevo al trabajo de cada día ya las relaciones con los demás.
El mismo dolor-en todos sus aspectos- que es parte de nuestra historia personal y humana, se aprende a enfocar de modo diferente desde el espíritu festivo, que nace y se desarrolla, no solo en unos días simplemente dedicados a comer, beber convivir, sino desde el sentido hondo y cristiano de la fiesta. Todo esto nace de un modo diferente de ver los acontecimientos y circunstancias desde la óptica de la fe y desde el sentimiento y convencimiento de que la vida es un camino, que, cuando es bien andado, termina en Fiesta perpetua con el Dios de la Vida.
2.- Modos engañosos de celebrar la fiesta:
Hay estilos que se llaman festivos, pero no lo son; por ejemplo:
- El convertir las relaciones de esos días en relaciones superficiales, donde se unen masivamente las personas sin haber relación de tú a tú.
- Otro modo engañoso es celebrar la fiesta en sentido de escapismo: divertirse para huir de la realidad y “colocarse” en un mundo irreal e irresponsable. (Como dicen los jóvenes: “pasotismo”). De tal forma que sólo se es feliz cuando se evade uno de la realidad y no cuando abraza lo real con el sentimiento del juego, la alegría y el humor.
- También los excesos en el beber, comer y otras cosas no pueden considerarse celebración de la vida en paz y amor y respeto a los demás.
3.- El culto y la fiesta:
Desde mucho tiempo en nuestras ciudades se une la fiesta con lo religioso.
En nuestra ciudad de Almodóvar, las fiestas comienzan con tres días dedicados a nuestros tres Patronos: La Virgen del Carmen y nuestros santos Juan de Ávila y Juan Bautista de la Concepción.
Es un modo tomado de la Biblia. En la revelación bíblica, la relación y el amor a Dios se celebra desde la fiesta y desde el amor a los demás.
Baste como ejemplo este trozo del Antiguo Testamento, de Nehemias 8,10:
Después de leer ante el pueblo la Palabra de Dios, se dice:
“Hoy es un día consagrado al Señor, vuestro Dios. No estéis tristes ni lloréis…Id a casa, comed buenas tajadas, bebed vinos generosos y enviad porciones a los que no tienen nada, porque hoy es día consagrado a nuestro Dios. No ayunéis, que al Señor le gusta que estéis fuertes”.
Podemos, por tanto, celebrar fiestas con gozo desbordante porque tenemos fe en el Dios de la vida; porque nuestro vivir está lleno de una esperanza tan grande que está por encima de todas las contrariedades y dificultades.
Y podemos celebrar fiestas, cuando nuestro danzar, reír, jugar, comer y beber nos sirve para tener muy presentes en el corazón y en las obras a quienes están sumergidos en el dolor, la pobreza, el subdesarrollo y la marginación.
Con esta actitud, la fiesta es un constituyente muy importante de la vida de un creyente y una actitud permanente de gozo desbordante a pesar de los “pesares”.