Con gran acierto se celebran las fiestas de septiembre en nuestra ciudad en honor de la Virgen y los Santos Patronos. Y así se llaman “Fiestas Patronales”. En muchos otros pueblos y ciudades se hace lo mismo.
¿Qué tiene que ver un santo con una fiesta?- Mucho. Un refrán popular dice que “un santo triste es un triste santo.”
Para quien tiene una vivencia fuerte de la fe, la alegría y el sentido festivo de la vida es un estilo de su vivir.
Quien esté familiarizado con la Biblia, sabe cómo está llena de pensamientos y experiencias de la fe y alegría unidas.
Así, por ejemplo, San Pablo escribe a los filipenses (4,4): “Estad siempre alegres en el Señor: Otra vez os lo digo: estad alegres. Que a todo el mundo llegue la irradiación de vuestra bondad…Nada debe angustiaros”.
La Virgen María, nuestra Patrona, ante su prima Isabel proclamó llena de entusiasmo: “Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador” ( Luc. 1,46).
San Juan de Ávila en el Audi Filia, cap II, escribe: “Mas cuando este vigor y alegría falta, es cosa digna de compasión ver lo que pasan personas que andan por el camino de Dios, llenos de tristeza desaprovechada, ahelados los corazones…desabridos consigo mismo y con sus prójimo..”
Y San Juan Bautista (Tomo I O.C. pag. 314) hablando de lo que hace la presencia de Dios en la persona, dice que: “Nácele una alegría y contento celestial con que alarga el paso en lo más dificultoso obrando con sumo contento y de buena voluntad. Quita de su parte los estorbos de tristeza y melancolía para que pueda bañar toda su alma aquel soberano sol de justicia, de luz y resplandor”.
Harían falta muchas páginas para probar cómo hay una unión estrechísima entre gozo y vida de fe.
Sí cabría anotar que la fiesta y la alegría para bastantes personas es un momento en el año y en algunas otras ocasiones; se concibe la fiesta como una evasión para olvidar pesares y tristezas, que vuelven, cuando se acaban los días festivos.
Sin embargo, para un buen creyente, la fiesta es algo permanente; porque la festividad no es algo externo, de unos días, sino una actitud que nace y se lleva dentro, originada por la experiencia del Dios de la Vida y el Gozo.
Así dice el salmo 5: Señor: “que se alegren los que se cogen a ti, con júbilo eterno”.