Uno puede preguntarse por qué tiene que fiarse de Jesús. El confiar o no en él es un problema de fe, pero si me hago esta pregunta es porque creo en él y si creo en él tendré que confiar en su palabra. Y hacerlo por un hecho cierto, Jesús no puede equivocarse, ni quiere engañarme.
Otra pregunta que se puede hacer es, porqué Jesús siendo Dios decide hacerse hombre, vivir dentro de la pobreza y el trabajo duro, pasarse tres años haciendo el bien y al final recibir como pago la Pasión y Muerte en la cruz.
La respuesta se resume en una sola palabra, por Amor.
Ante este planteamiento y si soy consecuente con él, no me queda otra solución que fiarme de Jesús, y partiendo de que Jesús es la Palabra, escucharla, hacerla mía y vivirla, sólo así podré ser auténticamente feliz, independientemente de lo que me presente la vida.
Jesús nos deja su mensaje principalmente en los Evangelios, normalmente habla de una forma sencilla, al alcance de todos.
No son una novela que pueda leerse de una tirada, ni nos podemos quedar en que aquello sucedió y fue escrito para aquel tiempo.
Los Evangelios son intemporales y en todos los momentos son actuales, están escritos para cada uno de nosotros y nuestras circunstancias concretas.
También debemos leer y meditar las Epístolas.
Cuando rezamos "el Padre Nuestro", debemos comprender que Jesús nos hace el gran regalo de descubrirnos que Dios Padre es nuestro Padre, no como una teoría, sino como una realidad.
Pero no debemos quedarnos parados en esta idea. Si la aceptamos debemos comprender que tenemos que santificar su nombre y hacer que su Voluntad sea nuestra voluntad.
Debemos presentarle nuestras necesidades de cada día, pues sabemos que también nos atenderá el día siguiente.
Debemos buscar su perdón, una vez nosotros hayamos perdonado a los demás, pues es imposible que el Amor del Padre entre en nuestro corazón si no está vacío de rencor u odio.
Las diferentes parábolas no son unos cuentos más o menos entretenidos, en su aparente sencillez contienen una profunda doctrina que nunca seremos capaces de agotar, por mucho que las leamos y meditemos.
La de "el sembrador", la de "el hijo pródigo", la de "los talentos", abren ante nosotros un mundo de caminos en los que meditar y lo que es fundamental aplicarlo a la vida.
Tenemos que cumplir lo que Jesús nos dice: "No el que dice ¡Señor, Señor!, se salvará, sino el que cumple la Voluntad de mi Padre".
Si me pregunto por qué tengo que cumplir la Voluntad del Padre, diría que por simple justicia, todo lo recibo de Él para mi bien, lo menos que puedo hacer es responder con generosidad a lo mucho que me da, haciendo lo que él me pide.
En la petición del Padre no existe egoísmo alguno, es todo pura generosidad, puro Amor.
Infinitamente más que la generosidad y el amor que la mejor madre puede entregar a su hijo.
No podemos darle nada que le sea necesario y sin embargo lo quiere todo para nuestro propio bien.