Estoy encantado de volver a escuchar y a retransmitir la lección de S. Juan Bautista. La ocasión este mes me la brinda el Fiesta de N.P. Reformador y el boletín “Rompiendo Cadenas”. Sé que todos lo conocéis y posiblemente más que yo, pero hay algunas lecciones del Santo, que os las recuerdo porque me las quiero recordar a mí. Quiero hacer mías algunas de sus palabras y trasladároslas a vosotros: Por ejemplo, esas palabras donde se siente feliz, dichoso y comprometido con ser fraile de la Sma. Trinidad. Y cómo goza de sentirse elegido como un vaso de elección para que en él more la Sma. Trinidad. Dice así:
“En el alma de justo está Dios, no solo por esencia, presencia y potencia, sino por particular gracia”.
“En mí, hay un retrato de la Sma. Trinidad y un dibujo único de la Encarnación del Hijo de Dios”.
“Entre los religiosos nos aventajó Dios al hacernos vasos escogidos, para que llevemos por el mundo este nombre admirable de la Sma. Trinidad, que en sí encierra estas Tres Divinas Personas. El Padre, el Hijo… y el Espíritu Santo”.
Y añade: “vestido del hábito blanco, aventajado a pedazos del cielo empíreo y estrellado, pues es hábito que la Sma. Trinidad envió del cielo para que lo vistiesen los que en sus personas habían de traer escrito el nombre inefable de la Sma. Trinidad”.
Y dice el Santo: “La Cruz del escapulario es el yugo ligero que Cristo promete, que le ha de servir de lanza para ahuyentar a Satanás”. E insiste: “Ese amor hará lo propio en mí, que amándote yo a Ti hará de mi alma una casa y habitación donde acudiremos todas tres personas de la Sma. Trinidad y conmigo llevaré todas las cosas juntamente, para que todas las tenga y posea el justo que lleva a Dios en sí”.
Todas éstas y muchas enseñanzas más me sugiere hoy N.P. San Juan Bautista. Quiero recalcar de estos textos dos grandes ideas:
1ª) Su profunda vivencia del misterio de la Inhabitación de la Sma. Trinidad. Él se sabe un templo vivo y como tal quiere vivir y quiere transmitir esa vivencia a sus hijos. De hecho siempre la Familia Trinitaria ha vivido en profundidad este misterio, incluso cuando han tenido que recordárnoslo otros, como la Beata Isabel de la Trinidad de la Familia Carmelitana.
2ª). El amor a nuestros signos y símbolos, como el hábito trinitario que él lo concibe como un especial regalo de la Sma. Trinidad enviado desde “el cielo para que los vistiesen los que en sus personas habían de traer escrito el nombre inefable de la Sma. Trinidad”.
Aprendamos la lección del Santo, feliz porque la Sma. Trinidad le había encomendado a pobres y cautivos.
Ya voy teniendo ganas de visitar la Casa del Santo y beber agua de su pozo. Pero sobre todo tengo gana de beber del pozo de su sabiduría y santidad, un pozo muy profundo, casi inagotable del cual todos los que le amamos podemos beber.