Queridos todos:
Ayer la señora Patricia me preguntó: “Madre, ¿Y este problema del tsunami lo tienen ustedes allá en España?”
Me decía que esa noche había podido dormir un poco mejor. A mí no me ha alterado el sueño, pero no puedo negar que sí me puse nerviosa, especialmente cuando el Obispo nos llamó para ver cómo estábamos y pedirnos que en todo momento acompañáramos al pueblo.
El párroco, Padre José, nos llamó a las siete de la mañana. Enciendan la televisión el presidente de la nación está hablando, nos dijo.
Así lo hicimos y las primeras palabras que escuché fueron: “Estamos en estado de excepción. A Todos los habitantes de las zonas costeras se les pide abandonar sus hogares y desplazarse a zonas más altas. Hay riesgo de tsunami”.
En seguida llamé a mi superiora Provincial en Quito y ella ya preocupada y sabiendo lo ocurrido en Japón y lo que decían los pronósticos científicos: Que llegaría la ola a nuestras costas y no se podía predecir la fuerza de la misma, nos pidió que estuviéramos atentas a las noticias y veríamos que hacer.
La gente empezó a coger a los niños y a salir de la isla. Veíamos a las mamás con todas las criaturas que abandonaban las primeras.
La isla está completamente a nivel del mar. Una pequeña ola de un metro la cubriría toda.
Me venían a la mente las palabras del joven San Luis Gonzaga a quien alguien le pregunto: “Si te quedaran dos horas de vida, ¿Qué harías?”. A lo que él respondió: “seguiría jugando al futbol”.
Era lo que estaba haciendo en ese momento. Así que seguí limpiando la casa, pues es lo que los viernes hago normalmente, hasta ver las nuevas noticias.
Al mediodía se nos pidió a las hermanas coger los documentos y algo de ropa y salir a Esmeraldas. (Sólo algunas canoas pasan a la gente a la costa).
Vimos que había personas, pero no grandes aglomeraciones, pues casi las cinco mil personas que habitan la isla fuimos saliendo poco a poco.
Los autobuses eran gratuitos hasta unos 15 Km tierra adentro y a lo largo de la carretera había habilitadas carpas y abiertas las escuelas donde las familias pasaron la noche.
La evacuación de la isla fue ordenada y sin aglomeraciones. A la gente se le veía con sus mochilas. Sin gran consecuencias.
Todo quedó en un susto y algo más para contar.
Pues es la primera vez que se da un acontecimiento del género y esperando que sea la última.
Ayer, domingo, la Iglesia estaba más llena de personas de lo habitual para dar gracias a Dios por la vida.
A mí me ha servido para empezar la Cuaresma con mayor seriedad y empeño.
Después de haber experimentado que nuestra vida está en manos de Dios y en cualquier momento podemos irnos al cielo, siento la necesidad de vivir mucho más reconciliada y en Su presencia cada momento.
Y siempre dando gracias a Dios por haberme hecho una vez más el regalo de poder vivir como la gente de aquí este evento y experimentar Su cercanía.
Un fuerte abrazo y buen camino Cuaresmal.