Hace unos días, muy próximos a la fecha de Beatificación del Papa Juan Pablo II, paseando por los jardines del Prado en Ciudad Real, se me acercó una pareja de extranjeros que habían venido a España, para ver los lugares de celebración de la Jornada Mundial de la Juventud y, haciendo un alto, pararon en Ciudad Real.
Estuvimos hablando y cuando ya nos despedíamos oí una palabra que me hizo ponerme en alerta: Almodóvar del Campo.
Por un momento pensé que había oído mal y que era mejor no decirles nada, pero al instante rectifiqué, y dirigiéndome a ellos les pregunte: ¿Han dicho Uds Almodóvar del Campo?
Uno de ellos contestó rápidamente SI. Queremos ir allí porque es la ciudad del nuevo Doctor de la Iglesia, San Juan de Ávila.
Sacaron un papel doblado que yo creía era un mapa y al desdoblarlo, estaba escrito el nombre de los 33 Doctores de la Iglesia actuales, y de la Iglesia española hay tres, nuestro Santo sería el cuarto.
Yo me quedé sin palabras, y algo en mi interior empezó a moverse. Les pregunté que cómo sabían que a San Juan de Ávila lo iban a proclamar Doctor de la Iglesia, e invitándome a sentarme en un banco de los jardines me contaron que en su parroquia (no me acuerdo del nombre porque era rarísimo), sus párrocos (deduje que eran ellos), llevaban tiempo hablándoles de San Juan de Ávila y se habían aprendido un poema que se le atribuye y que todos los días lo recitaban (“No me mueve mi Dios para quererte”).
Hablaban de San Juan de Ávila con una cercanía que a mí me aterraba porque había datos, historias, comentarios, textos, citas que se sabían a la perfección, y yo, ni idea y eso que había sido Presidente de su hermandad.
Pero todo no acabó ahí.
La conversación derivó en varias direcciones hasta que llegamos a Almodóvar del Campo y mi sorpresa y alegría al escuchar como pronunciaban el nombre de San Juan Bautista de la Concepción.
Conocían muy bien la ciudad (ellos se la imaginan muy grande), el Ayuntamiento y también que la historia cuenta que San Juan de la Cruz, después de escapar de la Inquisición en Toledo se fue a Almodóvar del Campo y empezó a escribir su cántico espiritual.
Me dijeron que Almodóvar del Campo se debía sentir enteramente orgullosa porque para todo el mundo es la 34 ciudad más importante, porque 34 es el número que tendrá, si Dios quiere, San Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia.
La conversación se alargó mucho más y con un fuerte apretón de manos nos despedimos, no sin antes decirme que con toda seguridad, en Almodóvar del Campo nos veríamos para celebrarlo.
De vuelta a casa iba pensando que bien puede Almodóvar del Campo empezar a repicar campanas y sus organismos e instituciones a ponerse en marcha ante esta buena noticia, porque si acontecimientos importantes ha tenido Almodóvar, y momentos de gloria han coronado su escudo, lo que se avecina, sin desdeñar ninguno, es de trascendencia Mundial, al igual que la Iglesia lo es.
Un hijo de Almodóvar del Campo proclamado Doctor de la Iglesia supone orgullo, responsabilidad, deleite, armonía, arraigo y profundización de la fe, amor y respeto, fiesta y alegría, cohetes y música. Desde Oriente a Occidente, desde los cuatro puntos cardinales del planeta, el nombre de Almodóvar del Campo y San Juan de Ávila resonarán con el mejor de los registros. Las trompetas de la fe de los Almodovareños deberán oírse desde todos los lugares.
Escuchar de boca de su Santidad Benedicto XVI el nombre de San Juan de Ávila y Almodóvar del Campo a toda la orbe supondrá una catarsis de nuestra alma, de nuestro ser y comportamiento en nuestras relaciones familiares y vecinales.
El Doctorado de la Iglesia supone reconocer al Santo como eminente maestro de la fe para los fieles de todos los tiempos.
La proclamación como Doctor de la Iglesia de San Juan de Ávila para Almodóvar del Campo, supone una profunda reflexión por nuestra parte, sus vecinos.
Debemos leer, meditar, escuchar atentamente con el alma y el corazón sus escritos.
Orar ante el Santísimo para agradecerle, desde que sale el sol hasta su puesta, el gran Don que ha concedido a Almodóvar, a la Iglesia y a nosotros, sus paisanos: un maestro ejemplar en la fe.
Me provoca vértigo el pensar que las naciones, pueblos y fieles del mundo tengan a Almodóvar del Campo como cuna de Santos y más aún, cuando uno de ellos es proclamado Doctor de la Iglesia.
La imagen que de nosotros tendrán la mayoría de los fieles del mundo como baluartes de la fe y de los valores católicos nos debe avocar a cambiar, a reafirmar nuestra fe como católicos; a proclamar a los cuatro vientos que no nos avergonzamos de ser católicos, que amamos a Jesús de Nazaret, el Señor; que amamos la vida desde su concepción hasta su muerte natural; que avanzamos para conseguir la erradicación del hambre y que exista una verdadera justicia social.
San Juan de Avila con su ejemplo, trabajo, tesón, orden, constancia y voluntad ha logrado su reconocimiento mundial como maestro de la fe.
Que el Señor nos ayude siempre, pero más en estos tiempos, en los que nos debemos esforzar por dar todo el esplendor exterior con multitud de actos y fiestas a la proclamación de un paisano como Doctor de la Iglesia.
Vaya desde aquí mi agradecimiento a todas las personas e instituciones y a aquéllos extranjeros que han hecho posible el futuro Doctorado de San Juan de Ávila.
Al igual presto todo mi tiempo a la Iglesia, hermandad, instituciones civiles etc. por si lo tienen a bien.
Dándole gracias a Dios por este Don, hasta la próxima.