Alégrate.¡Jesús ha resucitado! ¡Anda, cambia los responsos por aleluyas, los crisantemos por rosas! Te lo repito: ¡Alégrate, Cristo ha resucitado!
Busca a Jesús entre los vivos, entre tus amigos, entre tus compañeros, entre tu gente… ¡Deja de custodiar su tumba que está vacía!
Confía. No temas, no tengas miedo. Él estará contigo todos los días hasta el fin del mundo… ¿Conoces alguna otra promesa mayor a esta?
Despierta. Para que tus sueños se conviertan en realidad, deberás resucitar cada día a la nueva Vida que trae Cristo.
Estira la sonrisa de Dios. Después de muchos años de estudio, y que me perdonen los teólogos, he descubierto el hallazgo más importante en la vida de un cristiano: ¡Cristo es alegría!
Fíate. Ninguna persona puede fracasar mientras alguien crea en ella… Y Jesús con su resurrección ha apostado de lleno por ti.
Guarda la paz, que Jesús trae consigo, en tu corazón. Y recuerda: Que el Señor te conceda la paz no quiere decir que te deje en paz.
Haz de cada día de tu vida un motivo de celebración. ¡Cristo vive! La ocasión lo merece y con creces…, ¿no crees?
Ilumina tus dudas, tus problemas, tus noches oscuras con la Luz de Cristo, pues cuanto mayor es tu oscuridad, mayor es la potencia de su luz.
Juzga tu grado de resurrección por el número de sueños que alberga tu corazón, y que estés dispuesto, con la ayuda del Señor, a llevar a cabo.
Libérate de las ataduras de la muerte, del pecado, del aburrimiento, del derrotismo…
Mira a tu alrededor y verás la cantidad de “regalos vivos” que Dios ha puesto en tu camino. Ah, todos se mueven y vienen sin envoltorio.
Nota cómo Dios camina a tu lado en tus hermanos más desfavorecidos; y en lugar de llorar por una sociedad moribunda, dedícate a resucitarla.
Ora, pues la oración tiene que ver mucho con la vida. Vivirás en la medida en que ores y orarás en la medida en que vivas.
Pide insistentemente a Jesús su Espíritu, su fuerza, su paz, su amor… ¡No le cierres tu corazón!
Reconócele al partir el pan y al hacer la compra; al ir de tu casa al cole y de tu barrio a tu zona de fiesta; al compartir con un amigo y al perdonar a un enemigo…
Siente cómo arde tu corazón. Si un cristiano no arde por dentro, el mundo morirá de frío.
Toca las llagas de Cristo en tantos hermanos que certificarán… -¡haz la prueba!- que Dios está vivo, que Dios camina a tu lado.
Utiliza la cabeza para ir en busca de Jesús y el corazón para encontrarte con Él.
Vive, pero vive de verdad, plenamente, no a medias. Jesús ha resucitado para que tengas vida y vida en abundancia.
Zambúllete (de cabeza y sin flotador) en el corazón de Cristo, y en el corazón de tus hermanos, y saldrás chorreando amor, resurrección, felicidad, Vida.