“Sólo cabe prosperar cuando se piensa en grande,
sólo es preciso avanzar cuando se mira lejos”.
Ortega y Gasset
P.- Dónde nace José Lozano.R.- Soy de Almodóvar, pero pasé mis primeras veinticuatro horas en Puertollano. Nací en Puertollano porque fui el único de los cuatro hermanos que vino un poco rebelde. Ellos tres nacieron en casa. Nací aquí y aquí me crié.
P.- Háblanos de tus Padres.R.- Mi padre se llama Isaac y mi madre Fernanda, son de Almodóvar los dos. Tengo dos hermanas y mi hermano Fernando, que es el que nos falta. Éramos cuatro, pero desgraciadamente mi hermano murió muy joven, con catorce años. Su muerte nos marcó a todos.
P.- Cómo era José Lozano de niño.
R.-Yo era un melindre para las comidas “eso no me gusta, aquello tampoco…” Y mi madre, la pobre, terminaba haciéndome las patatas fritas y el huevo. Recuerdo de la infancia…, se lo cuento a mis hijos, se ríen: Yo cuando no iba al colegio, lloraba, No como ahora, que si no van, pues están tan contentos. Pues yo lloraba. Un día, mi madre me puso una sopa y no me gustaba: “si no te la comes no vas a la escuela”. Pasaba el tiempo y allí seguía la sopa. Mi abuela le decía, anda, fríele unas patatas y deja que se vaya. Y mi madre, que no cedía, hasta que ya mi tío Julián, harto de ver el número, tiró el plato de sopa en el fregadero y dijo a mi madre, ale, deja ya al muchacho que se vaya a la escuela.
P.- Tus primeros pasos en el colegio.
R.- Primero estudié en las antiguas escuelas, frente al cuartel. Hoy, colegio Virgen del Carmen. Primero, segundo y tercero lo hice con D. Félix Estrada; mi cuarto de primaria lo hice con D. Laureano Martínez y mi quinto con D. José Calvo que era muy recto. Guardo un recuerdo muy bueno de todos ellos . Mi madre quiso que estudiásemos en los Salesianos porque entonces era cuando la gente se colocaba en REPSOL. Pensaron que una formación Profesional, nos abriría el camino laboral.
Muy pequeñitos, mi hermano y yo, con diez y once años respectivamente, comenzamos nuestros estudios: sexto, séptimo y octavo en los Salesianos de Puertollano. Mi infancia, la pasé con él. Como teníamos clase mañana y tarde, nos quedábamos a comer en casa de mis tíos. Al terminar octavo, mis padres esperaban que yo continuase con la Formación profesional, pero yo les pedí seguir estudiando Bachillerato y COU. A ellos les pareció bien y me vine a hacer bachiller al instituto San Juan Bautista, en Almodóvar. Mis padres querían que hiciese medicina, y saqué nota para ello, pero a mi me gustaba más económicas y, por complacer a mis padres, elegí Biología.
P.- Llega el momento de la Universidad. Tienes que salir de casa. Cómo recuerdas esa época.
R.-Con el esfuerzo de mis padres, de los que me siento muy orgulloso. Mi padre, con su trabajo en la cooperativa y mi madre, para ayudar a ganar algún dinero, trabajó mucho. Lavó ropa en el huerto, a mi me gustaba ir con ella.
Una vez oí un comentario, por ahí, que si alguien como yo iba a representar al pueblo. Estoy feliz de representar a mi pueblo, porque yo realmente sé lo que es el trabajo, lo que es la lucha y mis padres han luchado. Me fui a Madrid, a La Universidad Complutense con todo lo que suponía. A casa de unos buenos amigos de mi tío José. Recuerdo a esta familia con mucho cariño, muy trabajadores los dos. Tenían una casquería en el mercado. El primer día que llegué, tenían para comer coliflor y les dije que a mi no me gusta mucho y ellos me enseñaron lo bueno que era comer todos los días: verdura, pescado, carne y fruta. Me enseñaron a comer de todo. Fueron mi segunda familia, familia muy respetuosa y sencilla, que educaban a sus hijos en valores.
P.- Eras consciente de lo que suponía, tener la posibilidad de poder ir a la Universidad.
}Estudié a través de beca, durante los cinco años de mi carrera. Yo hice una facultad de poco gasto. La verdad es que yo no gastaba, yo ahorraba dinero. Los libros costaban bastante caros, compré algunos. Los viernes, una odisea, era irse temprano a la Universidad para llegar el primero, antes que abrieran la biblioteca de la facultad y poder coger el Lehninger, que era un libro de Vio-Química, (luego lo compré y lo tengo en casa) o la Cadena de Genética. Eran los más solicitados. Había siete ejemplares de cada uno, para toda la facultad. Si querías estudiar el fin de semana ya sabías lo que tocaba. Hoy día hay ejemplares suficientes y con Internet, no tienen problema. Ahora las Universidades poseen, afortunadamente, muchos más recursos.
Cogía el metro en Delicias, donde vivía, hasta Moncloa y desde Moncloa a la Complutense, lo hacia andando por ahorrarme el autobús. Yo no tenía problema en madrugar, me levantaba temprano.
P.- Mucho estudiar, mucho estudiar, pero cuándo te enamoras.
R.- En el segundo año de carrera conocí a mi mujer, a Maria-José. Venía cada quince días. Ella me pedía que viniera más y el día que venia nos enfadábamos porque yo quería pasar más tiempo con ella y sus padres no la dejaban más tarde de las diez. Esas cosas han cambiado mucho.
P.- Has terminado la carrera. Primeros pasos para buscar trabajo.
R.- Al terminar, hice un Master de Gestión Medioambiental, porque me dijeron que tenía salida y no fue así. Mi primer trabajo fue en Ávila. Allí pasé un año fantástico. Así empecé mi andadura como profesor de matemáticas y ya no lo he dejado. Lo he dicho y lo diré, lo que me gusta es dar clase. La docencia me encanta, es una de mis pasiones junto con la política. Fue precisamente ese año cuando empecé mis primeros pasos en política. Me llamó Ramón del Burgo, empecé a ayudarles. Fue cuando conocí a Jesús González, nos íbamos por los pueblos a dar mítines.
Yo no quería implicarme demasiado porque quería sacarme la oposición. Me presenté en Madrid y la saqué pero sin plaza, como quedé de los primeros, pedí Puertollano y me concedieron el instituto Virgen de Gracia y ese año me presente a las oposiciones en Castilla La Mancha y en Andalucía. Las aprobé en las dos Comunidades.
Desde el año 1995, estoy en el Instituto Galileo Galilei de Puertollano. En el 1996, me nombran Jefe de estudios adjunto y en el 2003 secretario, y desde entonces formo parte del equipo directivo, e impartiendo mis clases de matemáticas tan feliz como os he dicho.
P.- Te gusta el fútbol, el deporte.
R.- Yo, cuando era pequeño, jugaba en un equipo, pero era un defensa muy malo, daba mucha leña y me expulsaban los árbitros. Jugué en Almodóvar y en Puertollano, en los Salesianos. También practiqué atletismo. Corrí 1.000 y 1.500 metros, con los salesianos. Aún guardo fotografías del equipo “El Molino” de Almodóvar del Campo. Después formamos un equipo de fútbol-sala, con el que ganamos muchos campeonatos.
P.- Es bueno, para una persona como tú, muy brillante en sus estudios, aprender a perder, por ejemplo a través del deporte.
R.- Si, si, desde luego hay que saber perder. He perdido tantas veces… y en política, muchas veces también. Yo sé perder, que es lo importante. Lo más importante no es saber ganar, es saber perder. Me acuerdo que en el fútbol, he perdido muchos partidos. Yo me he presentao tres veces como cabeza de lista. La primera vez en el 1999, perdí. En el 2003 volví presentarme, gané las elecciones, aunque, como todos recordareis, no pude gobernar por el pacto IU – PSOE. Y ahora en el 2011 que he ganado por mayoría absoluta.
P. – Cómo motivas a tus muchachos en tu Instituto.
R.- Lo primero que hago cuando llegan a principio de curso es hablar con ellos, les empiezo a decir que las matemáticas son de lo más sencillito, “esto, sé yo que con un poquito de atención lo vais a sacar”. Les doy confianza, que no vean ellos que tienen en frente un profesor estaca, que confíen en mí, que me pregunten. Me vuelco con ellos y les digo que cualquier tipo de problemas que tengan lo vamos a resolver. Cuando uno de ellos me flojea, me reúno mil veces con él. No me rindo fácilmente.
Los chicos, sobre todo, lo que quieren es confianza. Mis alumnos me llaman Pepe. Cuando ven que realmente les importas, te preocupas, ellos empiezan a confiar en ti y dan lo mejor de si mismo. Llegar a ellos, saber trasmitir los conocimientos. Lo más importante es que esos conocimientos que tú les estás transmitiendo, lo sepan aplicar en los ejercicios y en el planteamiento de la vida diaria.
Al principio, sólo quieren aprobar, sólo buscan la nota. Al final de sus estudios, al llegar a la selectividad, cuando comienzan su carrera es cuando son conscientes de que lo que han hecho es aprender conocimientos, no solo aprobar.
P.– ¿Crees que todos estos años de docencia, te van a ser de utilidad y cercanía, al encontrarte con tu pueblo y especialmente con los jóvenes?.
R. – Espero que me sirva. Quiero que me sirva. Espero y quiero que me sirva.
Es muy importante la confianza. En las primeras reuniones que he tenido con mis vecinos, les he dado confianza. Al recibirlos en el despacho, me he venido de esa mesa que parece que impone más a esta otra, más cercana, en la que estamos todos alrededor, como cuando te sientas a la mesa de tu salón; quiero que me expongan sus problemas y yo los pueda resolver.
P.- No es el trato entre Sr. Alcalde y ciudadanos, sino vecinos.
R. – Sí, sí, vecinos. La relación tiene que ser cercana, porque si es cercana ellos van a poder conocer la situación del Ayuntamiento y comprenderlo y yo voy a saber qué problemas tienen. Por eso es tan importante la confianza. Yo espero que ellos confíen en mí. Por otra parte que el reto es muy importante y muy complicado. Heredo un Ayuntamiento complicado en el sentido económico, deudas a proveedores de las que esperaba tener menos. En estos primeros días, estoy recibiendo notificación de ellas, la cantidad es bastante importante y significativa. Los recursos que tenemos son limitados, no contamos con recursos extraordinarios.
Pero ahora vamos a luchar, para ello cuento con La Junta, cuento también con la Diputación para conseguir recursos para mi pueblo, para nuestro pueblo.
P.– De la misma forma que a los padres de los alumnos se les envía el boletín de notas, para que vayan viendo cómo van. Es importante que el pueblo, los vecinos tengan conocimiento de las cuentas de nuestro municipio.
R.– Ahí tengo un informe del interventor, que realizó a petición del Alcalde saliente y a ese informe se le están sumando nuevas facturas que no constaban en dicho informe y otras que llegarán. Son facturas que están ahí, son facturas que hay que pagar y bueno… evidentemente yo tengo que informar a mis vecinos de cómo está la situación económica del Ayuntamiento, los problemas que tengo y el reto que tengo. Como decía Ortega y Gasset “Yo y mis circunstancias”; Almodóvar, qué es lo que tiene ahora mismo, pues una circunstancias, las características que tiene, lo que quieren los vecinos, y tiene futuro. Si no tuviera futuro no estaría yo aquí.
Creo y lo tengo que decir así, que me he rodeao de un equipo trabajador y muy preparado.
P.- Hay que ilusionar a este pueblo.
No tenemos que perder, nunca, la ilusión, como no tenemos que perder nunca, la fe. Y si tenemos fe y tenemos ilusión conseguiremos los objetivos que nos hemos marcado. Sabemos lo que queremos y cómo conseguirlo. El paso siguiente es llevarlo a la práctica.
A los jóvenes les repito, que tengan fe e ilusión en su pueblo y el pueblo crecerá. Este pueblo necesita despertar la ilusión que había perdido. Creer en las posibilidades que tiene. Hay gente maravillosa, hay gente trabajadora, gente que va a sacar las cosas adelante porque quieren mucho a su pueblo.
Lo más triste es la soledad, lo peor que le puede pasar a un pueblo es ver como se marchan sus hijos. Cuando los padres se hacen mayores es cuando más los necesitan. El desarrollo de un pueblo es imprescindible para detener la salida de nuestros hijos, que nos dejan, que se marchan forzosamente en busca de trabajo, en busca de futuro.
P.- Hablando de hijos, vamos a conocerte desde la perspectiva de Padre.
R.– Tengo tres hijos. La verdad es que estoy muy contento con ellos. Los tres son personas responsables, su madre y yo les hemos inculcado que sean responsables, que luchen y trabajen por lo que ellos quieren. Mi mujer y mis hijos los pequeños me dicen que mi ojito derecho es la mayor, María-José, y me rio porque yo a los tres los quiero igual.
Es curioso cómo fueron los primeros sentimientos como padre. Mi mujer, muchas veces me recuerda cómo, cuando iba a nacer nuestro primer hijo, yo quería que fuera niño y al hacerle la primera ecografía, vimos que era niña y mi mujer me dice: “Y tú que querías un niño”. Le contesté: yo qué voy a querer niño, yo quería una niña. Desde el primer instante que la vimos, bastó para quererla toda la vida.
Mis hijos son mi pasión, como es mi hijo Fernando, como es mi hija Ana. Como, imagino que para cualquier padre. A pesar del trabajo y las horas que tienes que dedicarle a la política, saco tiempo para darles clases a mis hijos. Con Anita, el domingo, estuvimos con los verbos regulares e irregulares, porque al día siguiente teníamos examen. Quiero el mejor futuro para ellos. Pero que igual que quiero el mejor futuro para mis hijos, lo quiero para los hijos de todos mis vecinos. Y quiero el mejor futuro de todos los Almodovareños.
P.– Como Padre, apruebas. ¿Y como Esposo? ¿colaboras en las tareas del hogar?.
R. – A esta pregunta tendría que contestar mi mujer, pero con las tareas… ahí flojeo. Lo tengo que decir, he ayudado poco y… algunas veces mi mujer me lo dice. A mi, mi madre, siempre me lo ha hecho todo y luego un poco, culpa de Maria-José porque ella, al preocuparse tanto de todo, me he relajado. La ropa me la compraba mi madre y ahora me la compra mi mujer. No la elijo, no sufro, nunca he sufrido. “Mira, te he traído unas camisas para que te las pruebes”. Las miro, me gustan y digo: si, si muy bien. Muy pocas veces voy a comprar ropa. Me lo dan hecho. Creo que me han acostumbrado mal.
Sí, sé hacer algunas cosas y ella me dice: pero si tú no sabes ni freír un huevo. Sí, eso sí, sé freír un huevo. El año que estuve viviendo en Ávila, preparaba mis espaguetis, mis lentejas…En el tema biberones, he preparao pocos. Yo estaba a su lado, pero era ella la que los preparaba. Entre el Instituto, El Ayuntamiento, reuniones de partido… En pleno invierno, muchas noches llego a casa a las diez o después.
P.– Te queda algo de tiempo para aficiones.
R.- La televisión no me gusta, sí me gusta mucho leer. Desde pequeño, siempre he leído mucho. Antes tenía una capacidad de leer muy grande, he llegado a tener en la mesilla de noche tres y cuatro libros, que leía al mismo tiempo. Ahora me cuesta más, intento leer todas las noches un poquito. La prensa la sigo leyendo. Tengo en casa el libro que recientemente ha publicado D. Tomás Lozano, sobre San Juan Bautista de la Concepción: “Dichos de Amor en lenguaje popular”. Estoy deseando comenzar a leerlo porque me va ha gustar, me va a ayudar.
P. – Eres hombre de Fe.
R. – Lo dije el otro día en el acto de la toma de posesión. Yo tengo que dar gracias por todo lo que soy a Dios, a mis padres, por todo lo que han hecho por mí, a la gente que me ha apoyado, a mis hermanas, a mi mujer y a mis hijos. Yo soy católico y todos los días le doy gracias a Dios por lo que me ha dado y por lo que me ha quitado. Se llevó a mi hermano, que era una persona buenísima. Si Dios lo ha necesitado, será para hacer alguna labor. Esta experiencia no me ha hecho perder la fe, aunque si me ha marcado en mi vida.
P. – Nada es por casualidad. Tomaste posesión el día de Pentecostés.
R. – Para que me ayude, para que nos ayude, para que nos ilumine. Yo tengo a Cristo presente siempre y por eso pedí que el acto de mi toma de posesión lo presidiera el crucifijo. También llevo colgado de mi cuello esta cruz pequeñita, desde que mi madre me la regaló.
P. – Quién te ha trasmitido la Fe.
R. – Mis padres, mi madre es muy católica, mi abuela Irene era muy creyente. En verano, de niños, sentados al fresco nos contaba muchas historias del Señor, nos hablaba sobre Dios. Luego, mi madre, reforzó nuestras convicciones al llevarnos a estudiar a un colegio salesiano. Y yo, desde pequeño, he llevado de la mano, a mis hijos a misa. Quiero trasmitirles el regalo de la fe como hicieron mis padres con nosotros.
P. – Cuéntanos alguna anécdota de estos primeros días como alcalde.
R. – El día de mi toma de posesión, al salir de casa, mi hija pequeña, Anita, me preguntó: “Ya te vas” y cogiéndose de mi mano me acompañó de casa al Ayuntamiento. Llegué con tiempo y entré al despacho. Mi hija con sus ojitos de niña me dijo: “Papá qué grande es… ¿este es tu despacho?”. Le contesté, no hija, no, este es el despacho de todos los vecinos de Almodóvar, al que pueden venir cuando quieran para hablar con su alcalde; y ella, abriendo los ojos, me contesto: “¿Yo también puedo venir papá?” – Tú también puedes venir, Anita.
Agradecemos a José Lozano que nos haya permitido hacerle esta entrevista, en estos días en los que, somos conscientes de sus muchos quehaceres.