Señor, haz que mi fe sea plena,
sin reservas y que penetre mi pensamiento,
en mi modo de juzgar las cosas divinas y humanas.
Señor, haz que mi fe sea libre,
que tenga el concurso personal de mi adhesión
y acepte las renuncias y deberes que ella comporta.
Señor, haz que mi fe sea fuerte,
que no tema la contradicción de los problemas
de que está llena la experiencia de nuestra vida.
Que no tema las impugnaciones
de quien la ataca, la discute o niega,
sino que se reafirme
en la íntima prueba de tu verdad.
Señor, haz que mi fe sea alegre,
y dé gozo y paz a mi espíritu,
lo capacite para la oración con Dios
y para el trato con los hermanos,
de modo que irradie
la dicha interna de su afortunada posesión.
Señor, haz que mi fe sea activa,
y dé a la caridad
las razones de su expansión moral,
de modo que sea verdadera amistad contigo
y sea en las obras
una continua búsqueda de Ti,
un continuo testimonio,
un aliento interrumpido de esperanza.
( Pablo VI )