Licenciada en derecho y artista cantante de copla
P. – Háblanos de tu familia.R. – Mi infancia ha sido muy feliz, como la de cualquier niño. Gocé del cariño de mis padres Maxi y Ascensión, del de mis abuelos, y al ser la pequeña, de los mimos de mí hermana Mari-Carmen.
Mis abuelos maternos vivían en la casa de al lado. Nuestras casas se comunicaban. Con lo que han sido mis segundos padres.
P.- Qué recuerdos tienes de tus primeros días de colegio.
R. – Cursé hasta quinto y la primera semana de sexto en el colegio Virgen del Carmen. Y me cambié a los curas, como siempre hemos dicho coloquialmente, a La Cooperativa Maestro Ávila y Santa Teresa.
P. – Terminas tus estudios en el Colegio Maestro Ávila y Santa Teresa y continúas el bachillerato en nuestro Instituto San Juan Bautista de la Concepción.
R. – No, no, yo no era muy buena estudiante y, al terminar, hice mecanografía, cursos de informática, también fui con Pascual a música y aprendí a tocar la guitarra y ya empezamos con los problemas de visión.
P. – Cuándo llegan los problemas de la vista.
R. – Yo no soy ciega de nacimiento. Sobre los dieciséis-diecisiete años ya empezamos. Buscaron en la familia antecedente por si era algo genético. Parece ser que alguna clienta de la peluquería de mi madre, con rubéola, mientras mi madre estaba embarazada de mí, pudo ser la causa.
Lo que padezco es glaucoma congénito, me lo detectaron a los dos días de nacer.
Yo era una niña con gafitas, con miopía. A los siete meses de edad ya me habían operado cinco veces de cada ojo en el hospital de la paz en Madrid. Tuve la suerte de que me lo iban frenando y sujetando.
Yo viví como una niña inocente, ajena a lo que me podía pasar…Mis padres sí lo sabían, aunque me lo ocultaban, pues no era seguro; había posibilidades de que no perdiera la visión y ellos prefirieron no adelantarme nada y dejar que se desarrollaran los hechos. A mi aquello no me gustó nada pero ahora comprendo su actitud.
P. – Tendrás que reconocernos que es muy pintoresco, encontrar a una persona que combine Las Leyes y las notas musicales.
R. – Yo de pequeña, en pleno verano, no me echaba la siesta. Me sentaba en el escalón de la puerta y me pasaba toda la tarde cantando, una canción detrás de otra. Las vecinas le decían a mi madre: “vaya tarde que nos ha dao; pero canta muy bien”.
Yo era un torbellino.
Lo que más me gusta cantar es La Copla, algo de flamenco y el folclore manchego.
Llevo ya catorce años en el grupo de Balálita.
Estoy asistiendo a clases, en la Escuela de Cante “Carmen Macareno”. Son estudios profesionales. La profesora me animó a que me presentara al concurso de televisión “A tu vera”; yo le decía que llevaba poco tiempo como para atreverme a dar ese paso, pero ella insistió que era bueno que fuese tomando contacto con los escenarios.
Tuve mucho éxito, todos me felicitaban, les gusté mucho, pero me dijeron: “Lo sentimos cariño, pero no estás seleccionada”.
Creo que pudo ser por el problema de movilidad en el escenario, pero yo sigo y día a día voy mejorando.
El tema del cante para mí es como un hobby.
He sido invitada por las correspondientes hermandades a más de un lugar, con motivo de la exaltación de la saeta.
Para el acto, me atavío con la mantilla. Toca la banda de música de la hermandad, que me acompaña cuando yo canto en el acto del pregón.
Yo soy muy creyente. No soy de ir todos los días a misa, pero sí, soy creyente; de hecho, la Semana Santa la vivo.
Por eso la saeta, que es una oración, para poderla cantar bien, la tienes que sentir.
P. – Cómo buena mujer, eres coqueta.
R. – Yo me maquillo sola cuando salgo un fin de semana de marcha; cuando es para una actuación ya pido ayuda a mi hermana o a los profesionales.
Me gusta vestir bien y me gustan los vaqueros.
Cuando voy a una boda, voy elegante.
Mucha gente me pregunta: ¿y tú cómo sabes si te gusta o no te gusta la ropa que compras?
Cuando voy de compras con mi hermana, veo ciertas cosas que dicen que es moda, como los vaqueros rotos… y a mí no me gusta, aunque me quede bien.
Si se lleven los pantalones caídos del culo, ¿hay que ponérselos? Yo voy normal y sencilla, pero me gusta ser yo.
Me gustan las faldas cortitas, me gustan los escotes…
P. – La Música es vocación y Las Leyes.
R. – La música, el cante, los escenarios… lo llevo dentro. Desde que me despierto comienzo a cantar con la misma naturalidad que otra persona empieza su rutina.
Las leyes son mi formación académica, mi futuro laboral.
P. – Cómo se vive el pasar de vidente a invidente.R. – Yo caí en una depresión muy profunda. Cuatro años sin salir de casa. Yo no quería que me viese nadie, cuando oía el timbre me iba corriendo.
No sólo yo lo pasé mal, sino que a mi familia los tenía amargados y muy asustados por las consecuencias que podía tener.
La lectura me ha apasionado siempre y dejé de leer. No podía leer.
Me aconsejaron buscar apoyo en la ONCE; pero para mí aquello era como algo vergonzoso, lo rechazaba, no podían ni nombrármelo.
No admitía ayuda de ninguna clase, ni de psicólogos ni de familia. Los trataba mal y fueron ellos los que me salvaron.
P. – Qué apoyo encontraste en la ONCE.
R. – Aprendí a escribir y leer en Braille con la máquina perkins en tan solo quince días.
Cada signo del alfabeto corresponde a una serie de puntos en relieve, que al pasar sobre ellos la yema de los dedos, vas reconociendo cada letra. La A corresponde a un punto, la B un punto debajo de otro…
Todo el material que he necesitado me lo ha proporcionado la ONCE; también puso a mi disposición la ayuda de un Psicólogo.
Me dijeron que no era plan quedarme arrinconada, que podía solicitar un puesto de trabajo de venta de cupones; pero que a mi edad no me lo aconsejaba, que volviera a retomar mis estudios, que con la ONCE y mi esfuerzo podría conseguir un futuro laboral mejor.
Lo pensé, lo medité y me dije : ¡adelante¡ ; y me matriculé en el Instituto.
También me enseñaron a moverme utilizando el bastón.
Mi padre, para motivarme, me decía: “Ésta, para Navidad, ya ha tirao los libros, no será capaz de tirar pa lante”.
Aprobé primero, aprobé segundo, tercero y COU, con buenas notas. Y saqué la selectividad en junio.
Para tomar apuntes comencé con la máquina perkins; pero hacía mucho ruido y pesa muchísimo, le solicité a la ONCE una grabadora.
Tenía doble tarea que cualquier otro estudiante: grabarlo; una vez grabado, y ya en casa, pasarlo a la máquina, que convertía los apuntes en alfabeto braille, donde con mis dedos podía leerlos y aprenderlos.
Todos los días he llevado mis deberes hechos y conté con el cariño de mis compañeros y el apoyo de mis profesores, aunque siempre fueron muy exigentes.
P. – Del Instituto a la facultad.
R. – La facultad era por las tardes, de tres a ocho.
Mi padre esclavo conmigo, porque él decía, que no me dejaba sola.
Mi madre era más partidaria de que me quedase en una residencia, para que me hiciera más independiente, para que no estuviera todos los días que voy que vengo.
Saqué la carrera a curso por año y en el último, en quinto, El Practicum. Tenía que asistir a los juicios, coincidió con el final de la enfermedad de mi madre.
En lugar de poner toda mi atención sobre las prácticas, lo que deseaba era estar junto a mi madre y ella, que se daba cuenta, me decía que no dejase las clases, que siguiera con mis estudios.
Yo iba a las clases y me esforzaba, pero lo hacía por ella.
P. – Cómo te desenvuelves en el mundo informático; ordenador, Internet…
R. –Muy bien, mi ordenador es como el vuestro, como el de cualquier persona.
No es un ordenador adaptado ni especial, lo único que tiene es un programa parlante, que me lo proporcionó la ONCE y ya está.
Yo lo enciendo, espero que arranque y habla. Es ir siguiendo las instrucciones que te dice.
P. – Alicia, si algún niño o adulto, por accidente o enfermedad, tienen que enfrentarse a la situación de vivir con la ceguera, que les dirías.
R. – Que los comienzos son muy duros, pero que hay que tirar para delante.
Tienen dos opciones o morirse en un rincón o tirar para delante.
Tengo amigas que me admiran, y me dicen que ellas no podrían hacerlo.
Son muchas cosas las que yo he pasado, no sólo la pérdida de la visión, fue la pérdida de mi madre y tan dura una como la otra.
Yo he tenido que superar muchos palos, y los que me queden en la vida, porque el camino es un calvario… nunca sabes lo que te va a esperar y yo sé que muchas lágrimas aguardan.
Pero nunca hay que rendirse.
Ahora estoy pendiente de preparar una oposición para procurador del Estado o alguna opción laborar que se adecue a mi preparación.
Felicitamos a Alicia por su carácter valiente y desenfadado.
Artista y trabajadora infatigable.
Vivir una hora junto a Alicia es envolverte en un mundo de vitalidad.