Estamos ante un bosque muy denso y en el que nos podemos sentir desorientados.
Si ante este desconcierto te acercas a Google y Yahoo para buscar luz, te encontrarás con un abundante material sin saber con qué quedarte.
Para una primera aproximación hemos recogido dos definiciones de lo que es la Espiritualidad.
La primera es de Federico Ruiz y suena así:
«Teología Espiritual es la parte de la teología que estudia sistemáticamente, a base de la revelación y de la experiencia cualificada, la realización del misterio de Cristo en la vida del cristiano y de la Iglesia, que se desarrolla bajo la acción del Espíritu Santo y la colaboración humana, hasta llegar a la santidad».
Un teólogo, Gustavo Gutiérrez hablando de la Espiritualidad afirma: «Es una forma concreta, movida por el Espíritu, de vivir el Evangelio».
Hay un gran equívoco: creer que la Espiritualidad sólo se vive al humo de las velas y en las iglesias. Subrayo la palabra «solo».
La Espiritualidad nos enseña a dejarnos llevar por la moción del Espíritu y éste sopla donde quiere y cómo quiere.
Nos han enseñado a recorrer los caminos del Espíritu en la oración y en las celebraciones litúrgicas. Y esto es muy importante y fundamental. No podemos olvidar y descuidar estos senderos tan ricos y abundantes en la vida de la Iglesia.
Necesitamos que nos insistan que Dios sale a nuestro encuentro en el camino de la vida.
Hay que buscar a Dios en las relaciones personales que tenemos durante nuestra jornada: con los compañeros de trabajo, en una llamada que hacemos, en la tarea cotidiana con la que nos ganamos el sustento.
Es bueno buscar el rostro de Dios en la historia que estamos viviendo, con sus luces y sombras. Ver la mano de Dios en las alegrías y las penas de la vida.
La tradición de la Iglesia nos hadado testimonio de cómo encontrar al Señor en los pobres y desheredados de este mundo.
Cómo no recordar a la Madre Teresa de Calcuta.
Somos creyentes las 24 horas del día.
Incluso la liturgia canta que «el sueño es una humilde alabanza». Como no recordar las palabras de santa Teresa: «Entre los pucheros anda el Señor».
Termino con un himno litúrgico que expresa de una forma poética todo lo que hemos dicho.
Estamos acompañados de una Presencia en todo lo que vivimos.
Dice así:
«Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.
No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría que
quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro compañero.
Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.
Y, cuando hay que subir monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa».