El Señor nos bendice
Bendícenos tanto que aprendamos a bendecir
y a ser bendición el uno para el otro.
Nos resulta más fácil maldecir.
Nuestras palabras son feas y crueles,
hirientes y negativas.
Enseguida nos sale el no.
Insultamos, criticamos, maldecimos.
Necesitaríamos un grueso diccionario
secreto de maldiciones.
Nos cuesta decir bien, decir cosas buenas y bonitas,
ben-decir, ben-hablar, ben-alabar
Cuando alabamos, enseguida relativizamos:
“Sí, pero…”; “muy bien, pero…”; “felicitaciones, pero…”
¡Qué trabajo nos cuesta bendecir en absoluto!
Jesús, tú eres nuestra bendición plenificante
Bendícenos, Padre, con el diluvio de tus dones:
Jesucristo.
Bendícenos con la lluvia de tu paz maravillosa:
Jesucristo.
Bendícenos con los ríos de tu amor:
Jesucristo.
Jesús, bendición nuestra, limpia y absoluta,
bendícenos hoy con la paz de Belén,
y tú eres la Paz, que florezca en nuestro corazón
y en el corazón del mundo.
( Rvta. de Cáritas)