Amiga/o, el arte de ser feliz… Complicado, ¿verdad?
Eso de la felicidad nos suena cada vez más a un término abstracto, utópico, demasiado celestial…
Pues no, ¡se puede llegar a ser feliz!
Eso sí, deja a un lado los libros de autoayuda, las pócimas mágicas, las ayudas especializadas y acude a los auténticos maestros de la felicidad: a los niños… ¿Preparado? ¡Adelante!
Diez cosas que un niño puede enseñar a un adulto:
1. A ponerse contento sin motivo aparente:
(Obsérvales en el parque, en las calles, mientras juegan… Aparca a un lado tus penas y problemas y déjate contagiar de su alegría).
2. A ilusionarse con cada nuevo día:
(¿Has visto, acaso, a algún niño que se levante de la cama arrastrando los pies y con dolor de cabeza, y que quiera que pase el día cuanto antes para volver a acostarse).
3. A estar siempre ocupado en algo:
(Los niños, raramente, se aburren, y no necesitan cursos de yoga, masajes antiestrés o retiros para desconectar… y sin embargo siempre están haciendo algo).
4. A saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desean (la famosa «pataleta.» ¡Y casi siempre lo consiguen! Aprende de ellos, nunca se dan por vencidos).
5. A perdonar y, sobre todo, a olvidar:
(Los adultos perdonamos, bueno, a veces; pero eso de olvidar es «otro cantar.»
Fíjate en el niño, ni se acuerda de la zancadilla que, el día anterior, le hicieron jugando al fútbol).
6. A investigar, a curiosear todo:
(No se les resiste nada, tienen que saber qué es eso, para qué sirve, cómo se utiliza…).
7. A vivir apasionadamente el presente:
(Y no sólo la semana en la que nos encontramos, el día de hoy o la actividad que están realizando ahora mismo… Cada segundo lo viven como si les fuese la vida en ello).
8. A levantarse inmediatamente cuando tropiezan y caen:
(Tras unos brevísimos segundos «de llorera» vuelven a incorporarse; ya sea una caída física u otro tipo de percances: problemas, desengaños, desilusiones…).
9. A decir las cosas por su nombre, a vivir auténticamente:
(Eso que los adultos denominamos cumplimiento –cumplo y miento- eso de hacer las cosas o dejar de hacerlas por el qué dirán, no existe en la vida de un niño).
10. A rezar y ser atendidos en seguida por Dios:
(Y no es que los niño sean los preferidos de Dios –que lo son- sobre todo es porque piden y hablan con Dios «de verdad» confiados y convencidos de que Él les está escuchando).
Bueno amiga/o, ya sólo te queda cambiar el subtítulo de este texto:
¿Qué cosas puedo aprender de un niño e incorporar a mi vida?
Recuerda que de tu respuesta dependerá el grado de felicidad que alcances.