¡Bendito el que viene en nombre del Señor¡
P. – Para amar a una persona, hay que conocerla. ¡Vamos a conocerle. ¿Dónde nace?…
R. – Nací en Puertollano. Tengo 38 años, recién cumplidos. Mi familia también es de Puertollano. Tengo un hermano mayor que yo, casado y con una niña.
Mi casa está en el Paseo de San Gregorio. Es la zona donde transcurre mi infancia y adolescencia, donde vivo y juego.
El colegio de mi infancia fue el Jiménez de los Ríos y mi Parroquia, la Virgen de Gracia. El instituto en el que cursé mi bachillerato fue el Fray Andrés.
P. – ¿Por qué, un día, gira la cabeza y dice «me voy al seminario»?R. – Desde siempre yo he sido un niño, un joven muy religioso. Un hombre muy creyente. He nacido en el seno de una familia religiosa, practicante…
Como os contaba, yo estudio C.O.U. en el instituto Fray Andrés y había que elegir carrera… veíamos posibilidades. Mi padre tenía una pequeña empresa de transportes, ahora ya está jubilado. Una opción era estudiar empresariales como mi hermano. A mí una de las cosas que me gustaba era arquitectura. Y yo mientras, dándole vueltas…
Hay seminaristas en Puertollano, que van a hacer una semana de pastoral, yo estoy en contacto con ellos y en torno a los días 8,9,10,12 de junio de 1993, hay encuentro Eucarístico en Sevilla y yo voy a Sevilla. Allí me encuentro con Juan-Pablo II.
P. – Cómo que se encuentra con Juan-Pablo II.
R.- Si, allí me encuentro con Juan-Pablo II. Fuimos un grupo de amigos y una amiga y, paradójicamente, me dan una entrada para poder asistir a una ordenación.
Hubo un encuentro con jóvenes en el polígono San Pablo y ese fue el detonante para reafirmarme. «Si, me voy al Seminario, ya he elegido mi carrera«. Fue aquel encuentro en Sevilla.
Soy de los Papa-móvil. De los jóvenes que acompañaban al Papa, que siguen a Juan Pablo y de la juventud de Juan-Pablo.
«Hombres y mujeres jóvenes de hoy ¡ no tengáis miedo! no tengáis miedo de vuestra propia juventud y de los profundos deseos de felicidad, de verdad, de belleza y de amor eterno que abrigáis en vosotros mismos.» Juan Pablo II ( Jornada mundial de la paz, 1985)
P. – Cómo son esos primeros pasos hacia el seminario.
R. – Regreso de Sevilla, vuelvo a casa y les digo a mis padres «Ya he elegido carrera. Me voy al seminario».
No lo vivieron como una sorpresa profunda porque ellos me conocían. Para mis padres no era extraño que yo pudiera tomar ese camino, pero sí lo viven como algo que les costaba gestionar. «Se va al seminario ahora… con las posibilidades que le ofrece la vida… Cuando puede ser lo que él quiera….Eso es como un internado, no te podremos llamar«.
Tampoco creo que mi familia tuviera una idea clara de lo que era el seminario.
P. – ¿Cómo es el Seminario?
R. – En el seminario se vive en régimen de internado, lo cual no significa que sea un régimen carcelario. Internado significa: el lugar donde estudias, el lugar donde vives, donde te formas de una manera estructural, donde compartes comunidad con chavales de otros lugares; es un lugar alegre y de gran humanidad, donde no se hacen novatadas y los mayores, acogen a los más pequeños…
El seminario, es un lugar que quiero mucho, por el que rezo muy a diario, pido por las vocaciones y estoy muy agradecido al seminario y a la Iglesia, con todas sus dimensiones: La familiar, la parroquial y la diocesana.
Lo mejor de lo que yo soy me lo ha dado La Iglesia.
Del seminario conservo amigos que son sacerdotes y otros que no lo son. Sigo manteniendo contacto con ellos.
P. – San Juan de Ávila con su gran preocupación por la formación de los sacerdotes, fue precursor de los Seminarios. Mucha gente podría preguntarse, para qué quiere un cura estudiar una carrera y estar tan preparado, para celebrar una boda, un entierro…
R. – La figura de San Juan de Ávila vinculada a los seminarios, creo que nos dice dos cosas: Un sacerdote tiene que ser un experto en Jesucristo y un experto en el ser humano.
El sacerdote es puente entre Dios y el hombre y tiene que capacitarse para hacer esto.
Es bueno que se forme, tanto como que se retire para pensar si lo está haciendo bien y como podría hacerlo mejor.
P. – Ha terminado el periodo de formación. Dónde canta su primera misa, que lugar elige.R. – Yo elijo, Campo de Criptana porque yo acabo la formación del seminario en el año 2000. En una fecha muy interesante, yo fui ordenado el 2 de diciembre del 2000. Presidí la Eucaristía por primera vez el 3 de diciembre. Esa noche fue el cambio del milenio, a otro día era primer domingo de adviento. Estos signos y otro signo, para mi muy importante, es que el 3 de diciembre es el día de San Francisco Javier.
Yo soy un hombre muy vinculado a San Francisco Javier, a San Ignacio de Loyola, a San Juan de Ávila.
Termino en junio el Seminario y a dos compañeros y a mí nos proponen ordenarnos cuanto antes.
En septiembre ya teníamos destino. Yo llego a Campo de Criptana en septiembre porque también iba como profesor de religión.
Yo entendí que si Dios me había llevado hasta allí es porque Él quería, y la voluntad de Dios es lo mejor que nos puede pasar siempre. Entonces presidí mi primera misa con la comunidad donde Dios me había enviado.
El tres de diciembre, cuando yo presido la Eucaristía, era domingo. A los cinco días, era día ocho, (La Inmaculada Concepción). El ocho me fui a mi parroquia, Virgen de Gracia. Con mi Virgen, a presidir la Eucaristía en mí pueblo.
P. – ¿Desde el 2000 al 2012 en qué localidades o parroquias ha ejercido su ministerio?
R. – Mi primer destino fue Campo de Criptana y Arenal de San Gregorio, este último durante un año. No podía atender ambas parroquias y tuve que dejar San Gregorio. Permanecí en Campo de Criptana durante seis años.
Un pueblo muy religioso con una comunidad parroquial muy viva. Yo era responsable de jóvenes. De trescientos y pico jóvenes que pasan semanalmente por la parroquia.
De Campo de Criptana, El Sr. Obispo me envía a Argamasilla de Alba, donde llevo seis años.
Voy conociendo distintos puntos de La Mancha. Conozco sobre todo la parte norte de la provincia de Ciudad-Real, el sentir de sus gentes. No es solo la parroquia en la que se está destinado, sino que se extiende a los diferentes arciprestazgos.
Te mueves por los distintos pueblos, colaborando en los actos penitenciales y predicando allá donde eres requerido…
Mi nuevo destino, Almodóvar del Campo, donde tomaré posesión el aproximo día 15 de Septiembre, sábado. En misa de la tarde a la 8,30 h.
P. – Del norte al sur de la provincia.R. – De alguna manera venir a Almodóvar es como venir a casa. Sin embargo, tampoco conozco mucho Almodóvar. Tengo vínculos a través de mis padres, mis tíos. Ellos tienen amigos y conocidos en Almodóvar. Yo he venido poco. He venido en la época del instituto, con los amigos a los encierros.
El día 15, encontraré a Almodóvar en fiestas.
P. – En la época posterior a los Carmelitas, D. Tomás y D. Leopoldo, son los párrocos que más años han permanecido con nosotros. Han sido 22 años guiando nuestra vida religiosa. Son vínculos que unen. Por aquí han pasado los sacerdotes: D. Raúl, D. José-Ángel, D. Ángel y D. Oscar. Todos ellos por un breve periodo, uno, dos, tres años.
¿La permanencia de D. Juan -Carlos Torres Torres, será más prolongada?
R. – Aquí hay una diferencia con respecto a esos nombramientos. Ellos han venido como vicarios parroquiales, ayudantes. Yo vengo como párroco. Ahí ya se produce un cambio, yo vengo como responsable de la parroquia, no como ayudante.
En principio los nombramientos de párrocos, son para un ciclo inicial de seis años, renovables o rescindibles.
P. – En Almodóvar del Campo se dará un hecho extraordinario: Su hijo y patrón, San Juan de Ávila, será nombrado en Roma, Doctor de La Iglesia, por el Papa Benedicto XVI y su párroco tomará posesión a tan solo un mes de su nombramiento.R. – La razón de que yo venga a Almodóvar, es esa. «Almodóvar tiene que ser lugar de peregrinaciones». Son palabras del Obispo.
A mí me dicen en la Diócesis que tengo que asumir la responsabilidad de organizar y gestionar diocesanamente el año de San Juan de Ávila. Si Dios quiere, estaré presente en Roma, en el acto de proclamación del Doctorado.
Almodóvar tiene que ser lugar de peregrinaciones.
P. – Almodóvar no es una ciudad pequeña. Los párrocos D. Tomás, D. Leopoldo y el vicario parroquial, D. Oscar tenían que atender los servicios religiosos, no solo de La Parroquia de la Asunción, sino El Monasterio de Las Monjas Jerónimas y La Parroquia de Santa Catalina, en la pedanía de Tirteafuera.
Al jubilarse D. Tomás y D. Leopoldo y ser trasladado D. Oscar a Puertolapice, como párroco y a Herencia como Vicario, es mucho el trabajo el que queda en sus manos.
R.- Todavía no tenemos claro, nada. En septiembre, cuando yo llegue, tendremos que hablar los sacerdotes, y según las posibilidades que encontremos entre los tres, habrá un modo de atención u otro.
D. Tomás y D. Leopoldo quedan como adscritos. Esto significa que están jubilados, pero ellos pueden participar en dialogo fraterno, y así va a ser, con el párroco en lo que ellos puedan y en lo que ellos quieran.
No obstante lo que si tenemos que tener muy claro es que en La Iglesia estamos comenzando una etapa nueva. Nueva Evangelización, nuevos métodos y nueva forma de atención.
Yo creo que los sacerdotes, además de La Liturgia, tendrán que tener tiempo y disponibilidad para hacer nuevas cosas, para poderlas iniciar.
Un sacerdote que tiene que atender no sé cuantos pueblos, al final se convierte en una persona que fundamentalmente dice misa.
Hay menos clero y este clero tiene que tener tiempo para iniciar nuevos caminos.
Damos la Bienvenida a D. Juan-Carlos como párroco de Almodóvar del Campo y nos ponemos a su disposición como feligreses de su parroquia.