Desde el comienzo de mi ministerio sacerdotal me he identificado mucho con la figura de san Juan Bautista, el precursor del Señor. Él decía de sí mismo en el cuarto evangelio: «Yo soy la voz que clama en el desierto: preparad el camino del Señor» (Jn. 1, 23).
Los sacerdotes podemos caer mejor o peor, ser más simpáticos o más serios, hacer muchas actividades o hacer menos, pero nunca podemos caer en la tentación de que ocupen el lugar que le corresponde al Señor. Jesucristo es el verdadero protagonista, Él es el que bautiza a los niños, el que recibe a los difuntos, el que preside la Eucaristía; en definitiva, Él es el que dirige y guía a la comunidad parroquial.
Los ministros ordenados únicamente somos instrumentos; algunos duran más tiempo y otros duramos menos, pero todo teniendo en cuenta siempre que es Él el que va haciendo camino en nuestras vidas.
«El camino sigue y sigue
desde la puerta.
El camino ha ido muy lejos,
y si es posible he de seguirlo
recorriéndole con pie decidido
hasta llegar a un camino más ancho
donde se encuentran senderos y cursos.
¿Y de ahí adónde iré? No podría decirlo.» (J.R. Tolkien)
En estos días le estoy dando gracias a Dios por toda la gente que durante este año ha cruzado en mi camino. Yo podré haberos aportado cosas, pero tened por seguro que vosotros a mí también.
Como dice Tolkien, no sabemos lo que nos deparará el camino, pero tenemos la certeza de que no lo recorremos solos. Cuando yo vine a este pueblo ya me encontré aquí a Dios y ahora que me marcho sé que con vosotros se queda.
El camino sigue y sigue desde la puerta, yo ahora lo haré desde Herencia. Gracias por vuestra acogida, vuestra paciencia y vuestro cariño. Sé que no es fácil tener que adaptarse en tan poco tiempo a una persona.
Que los cristianos de Almodóvar sigáis ahondando en vuestra relación personal con Jesucristo; Él es el camino ancho donde se encuentran senderos y cursos, en el que nos encontramos todos.
Quiera Dios que todo lo bueno vivido con vosotros durante este año se vea dignificado en Él para la eternidad.
Un saludo a todos en el Señor y me despido de vosotros hasta que Él vuelva a cruzar nuestros caminos.