Ofrecemos un resumen de un bellísimo e interesante artículo sobre S. Juan de Ávila escrito por el sacerdote Francisco. Javier Díaz Lorite, Doctor en Teología
1. San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia:
«Un Doctor de la Iglesia es quien ha estudiado y contemplado con singular clarividencia los misterios de la fe, es capaz de exponerlos a los fieles de tal modo que les sirvan de guía en su formación y en su vida espiritual, y ha vivido de forma coherente con su enseñanza» .
Estamos llegando a un punto culminante de un largo recorrido: San Juan de Ávila será proclamado el 7 de octubre de 2012 Doctor de la Iglesia Universal. San Juan de Ávila es un regalo del Espíritu a su Iglesia, como nos decía la misma Teresa de Jesús: «una gran columna».
El Santo Maestro es un regalo muy especial para nuestro tiempo, necesitado de hombres llenos de Dios que nos acerquen a Dios. Sin duda, es un regalo del Espíritu para la Iglesia de hoy: laicos, consagrados, presbíteros, obispos, etc.
Creo que no es casualidad que en los comienzos del tercer milenio y en el contexto de la aplicación más fuerte del Concilio Vaticano II y de la nueva evangelización San Juan de Ávila se ponga encima del candelero para que su luz alumbre a todos los de casa y así den gloria al Padre que está en los cielos. Su proclamación como Doctor de la Iglesia es un punto de llegada y comienzo de una tarea.
El papa Benedicto XVI al anunciar la fecha de la declaración de Doctor Universal, junto a la Santa Hildegarda de Bingen, nos decía en el Regina Coeli: «Estas dos figuras de santos y doctores son de gran importancia y actualidad. Incluso hoy en día, a través de su enseñanza, el Espíritu del Señor Resucitado sigue resonando su voz y para iluminar el camino que conduce a la verdad que es lo único que puede hacernos libres y dar pleno sentido a nuestras vidas»
Nos decían los Obispos españoles en el Mensaje a todo el Pueblo de Dios con motivo del Vº centenario de su nacimiento: «Os exhortamos a hacer de San Juan de Ávila un santo querido, cuya devoción se extienda en nuestras parroquias y comunidades a rezarle y ponerlo como intercesor y, sobre todo, a imitar su ejemplo de vida».
San Juan de Ávila, hasta ahora patrón del clero español desde 1946, y conocido en nuestro tiempo prácticamente solo por sacerdotes, y más bien mayores de 60 años, es ahora puesto como ejemplo de doctrina y vida para todo el Pueblo de Dios: laicos, consagrados, presbíteros y obispos. Esto supone un cambio sustancial que nos tiene que poner a todos en marcha.
Quisiera resaltar aquí los aspectos que considero que San Juan de Ávila nos puede servir de luz como auténtico Maestro y Doctor para unos sacerdotes y laicos en un momento de necesidad de un reencuentro con Dios, de ser místicos en el ejercicio del ministerio y en la vida ordinaria, es decir, de una autoevangelización, que es el primer paso para una auténtica nueva evangelización.
2. Un sacerdote diocesano secular Doctor de la Iglesia:
Sin duda es providencial que un sacerdote diocesano secular sea declarado Doctor de la Iglesia Universal. Hoy, cuando hemos oído que «el sacerdote del siglo XXI será místico o no será» es un regalo que Dios nos proponga a San Juan de Ávila como un verdadero guía y compañero de camino para llegar a serlo.
Está claro que cuando aquí hablamos de místico no nos referimos a aquellos con más o menos experiencias especiales de Dios, sino a quienes viven intensamente unidos a Dios.
Con San Juan de Ávila podemos vivir claramente nuestra identidad de sacerdotes seculares en los momentos actuales, y así no deshacernos en la nada de una vocación sin sentido si no está unida a Dios, y si no sigue los pasos del mismo Cristo, a quien re-presentamos,
3. El Doctor Juan de Ávila, Maestro para los laicos de hoy:
Los pastores de hoy tenemos una obligación: la de poner en el conocimiento de nuestros fieles laicos las enseñanzas y el ejemplo de San Juan de Ávila y favorecer que ellos lo puedan leer directamente, meditar su doctrina y ejemplo, y así lo puedan amar e imitar.
Esto es una tarea urgente, porque es un regalo del Señor para los cristianos laicos. «El cristiano del siglo XXI será místico o no será».
Hay, por tanto, que dar a conocer al que es maestro de santidad y de vida de unión con Dios permanente, que en esto consiste lo del ser místico.
A los seglares de hoy no les pasa lo que a los laicos de su tiempo, que conocían perfectamente a san Juan de Ávila. Por eso llenaban las iglesias al saber que era él el que predicaba.
También les era muy familiar a los católicos laicos del XVI y XVII, pues gracias a la lectura del Audi,filia, traducido inmediatamente al italiano (1581), francés (1588), alemán(1601), y en 1620 al inglés, lo que permitió que los católicos ingleses pudieran seguir manteniéndose en su fe católica ante la embestida de Enrique VIII.
4. Aspectos de su doctrina y vida dignos de conocimiento e imitación de los laicos:
– Hombre en continua búsqueda de la voluntad de Dios, primero para descubrir su vocación fundamental y luego para ir viviéndola en el día a día. De ahí que regresase a su pueblo natal desde Salamanca y dejara «las negras leyes». Se diera cuenta de su vocación sacerdotal y vivirla con la hondura y humildad del Señor, lo que le llevó siempre a rechazar cualquier cargo que sonara a honra humana: canónigo magistral en varias ocasiones y catedrales, Arzobispo de Granada, Obispo de Segovia, capelo cardenalicio, etc. Lo suyo fue siempre la misión al estilo de Jesús de Nazaret, del de Pablo y de Francisco de Asís.
– Dios Padre. San Juan de Ávila es un hombre de intensa familiaridad con Dios porque ha descubierto el amor de Dios: que lo libera de su miseria, de él mismo, y lo colma de su amor con su gran misericordia. Ha experimentado que Dios se le da. Como dicen nuestros obispos: «podemos calificarlo como el Doctor del amor de Dios a los hombres en Cristo Jesús».
Esto es lo que he querido poner de manifiesto en mi libro: Experiencia del amor de Dios y plenitud del hombre en los escritos de San Juan de Ávila.
– Jesucristo. El Maestro Ávila tiene absoluta confianza en Dios, cuyo amor lo ha experimentado sobre todo desde la cruz de Jesús. La experiencia del Señor crucificado en la cárcel de Sevilla cuando contaba 31 años fue decisiva. Ahí es donde radica toda su confianza en Dios, pues nos dio todo lo que tenía, a su propio Hijo.
– Espíritu Santo. San Juan de Ávila es el hombre del Espíritu: que le guía y calienta con su amor. No ora sino en el Espíritu, por eso el comienzo de su oración es una invocación al Espíritu. Y para definir la unión del Espíritu con cada uno de nosotros hasta inventa una palabra: «espirituación», es decir, que es tan grande la inhabitación del Espíritu en nosotros que es a modo de encarnación.
– Palabra de Dios. Es un creyente que vive de la Palabra de Dios, contenida especialmente en la Sagrada Escritura. Ella es objeto de continua oración, estudio con los más modernos comentarios, imitación y la base de su predicación. También la Palabra de Dios leída desde la vida y los signos de los tiempos.
– Hombre de Iglesia, que la ama profundamente. Todos sus escritos rezuman este amor a ella, pues es la esposa de Cristo, el Cuerpo de Cristo; aunque como ninguno vea también su rostro tan desfigurado por los pecados de aquellos que tenían que ser ejemplo para los demás.
– Caridad pastoral. Su vida es de amor y entrega a los demás. Es un hombre para los demás, afable, entrañable, lleno de caridad. En él se reflejan las entrañas de misericordia del Padre. No es de extrañar que tantos acudan a él, pues estaban necesitados de este amor de Dios, y él es el rostro vivo de este amor para ellos.
Nos dicen los biógrafos que a cada uno trataba con tanta atención y amor como si ningún otro existiese. San Juan de Ávila es un vivo ejemplo de la caridad pastoral. Su amor es hacia todos: los laicos, religiosos, sacerdotes, obispos, sin distinción de sexo, rango, etc. Sus cartas no son sino reflejo de este amor hacia aquellos que acuden a él para pedir ayuda de todo tipo, tanto espiritual, como en los más variados asuntos: enfermedad sequedad espiritual, vejez, búsqueda de la voluntad de Dios, cómo racionalizar el tiempo, cómo ser buenos gobernantes tanto civiles como religiosos, etc.
– Apóstol: En él nos encontramos con un verdadero Pablo o Francisco de Asís que están llenos de Jesucristo y por eso lo predican a los cuatro vientos. Siguiendo la enseñanza y vida de San Juan de Ávila seguimos el rastro de la doctrina y vida de los primeros apóstoles.
Es un Maestro en evangelización, predicando con palabras llenas de sabiduría humana y divina, haciéndose entender por los oyentes de toda clase y condición, acompañadas de un ejemplo de vida verdaderamente evangélico.
Para la evangelización utiliza todos los medios posibles: a la gran masa –predicando en mercados, plazas, iglesias, etc.- y a grupos fermento –meditación de la Sagrada Escritura con muy ricos comentarios- profundos y adaptados a los participantes, canto del catecismo por las calles en coplillas para que sea más pegadizo, religiosidad popular pero bien enfocada (culto y caridad hacia los más pobres), etc.
– Vida evangélica: Es un verdadero ejemplo de lo que es vivir los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, en medio de una Iglesia que necesita vivirlos con urgencia y en una sociedad donde una clase opulenta, que se dice cristiana, alardea de su cristianismo rancio, mientras el pueblo pasa necesidad y hambre y donde los valores cívicos más elementales dejan mucho que desear.
– Fomento de la Eucaristía, amor a la Virgen María, etc.
– Fomento y organización de la formación continua integral de los sacerdotes (en las dimensiones humana, espiritual, intelectual y pastoral), tanto en el periodo previo a la ordenación, seminarios, como durante el ejercicio del ministerio.
– Transformación de la sociedad. Éste es uno de los aspectos que merecen hoy un estudio muy a fondo pues es una de las grandes aportaciones de San Juan de Ávila. Porque, como decía Pablo VI, y nos repiten todos los Papas, la auténtica evangelización tiene que producir un efectivo cambio de la sociedad en germen del Reino.
– Con San Juan de Ávila se pacifican ciudades –Baeza-, se atiende a los más desfavorecidos -viudas, huérfanos, enfermos-, se crean escuelas para la educación integral de los alumnos, se convierten tanto pudientes, como súbditos. Se evangeliza a los responsables de la sociedad, a los que gobiernan, y se les indica cómo tiene que ser un buen gobernante tanto de pueblo, como los mismos reyes.
– Un verdadero humanista que sabe compaginar fe y cultura, técnica y progreso integral, fe y razón, Iglesia y mundo, renacimiento y fe, modernidad y creencia en Dios.
– Reformador de la Iglesia. Con su enseñanza, y sobre todo con su ejemplo, San Juan de Ávila es un auténtico reformador de la Iglesia, pero desde dentro. Cosa digna de aplicar hoy cuando se necesita aplicar la renovación que propuso el Espíritu en el Vaticano II.
5. Caminos para introducirnos en su conocimiento:
Uno de los mayores retos que tenemos para dar a conocer a San Juan de Ávila es que no disponemos de muchos materiales adecuados asequibles y sencillos para los laicos. La mayoría son estudios que se refieren más bien a la espiritualidad sacerdotal, y que están, por otra parte, o en libros demasiado voluminosos, o en revistas de difícil acceso para laicos no especializados.
De todas formas recomiendo algunos que creo imprescindibles y asequibles:
5.1. Biografía realizada por Fray Luis de Granada.
Es la primera biografía de San Juan de Ávila, que ve la luz en 1588. Fray Luis de Granada nos introduce bien en el alma de San Juan de Ávila, sobre todo en los aspectos fundamentales que movieron su doctrina y vida. No es larga y fácil de leer y encontrar.
5.2. Otras biografías más completas pero más difíciles para los laicos
Para los que deseen adentrarse más en la biografía de San Juan de Ávila pueden hacerlo leyendo la obra de Luis Muñoz, Vida y virtudes del venerable varón el P. Mtro Juan de Ávila, predicador apostólico; de 1635. Es más exhaustiva que la primera, aunque su lenguaje es más difícil y resulta un tanto pesada. Recoge más detalles que la de Fray Luis de Granada, pues incorpora los testimonios de los que atestiguan en los procesos de Beatificación, pero sin especificar si se trataba de los primeros testigos, algunos ya muy mayores o de otros de la segunda generación.
Creo que una biografía más actualizada y ordenada y todavía no superada es la de Sala Balust, que se contiene en el tomo I de las Obras completas de la BAC, págs. 3-166. Creo que es de obligada referencia para los sacerdotes y un tanto larga para los laicos en general.
Tanto para sacerdotes como para laicos recomiendo vivamente un libro que acaba de salir de Lope Rubio Parrado- Luis Rubio Morán, San Juan de Ávila, Maestro y Doctor, Sígueme, Salamanca 2012, 157 págs. Me parece una obra muy interesante y que aconsejo vivamente para una introducción a la vida y doctrina de San Juan de Ávila.
5.3. Autobiografías espirituales:
San Juan de Ávila, debido sobre todo a los problemas con la Inquisición, refiere poco en sus escritos sobre lo que ocurre directamente entre Dios y él. Pero, como está lleno de Dios, podemos seguir el rastro de ello con bastante nitidez, aunque sea de manera indirecta, pues su boca no puede sino gritar las maravillas de Dios.
Podemos indicar algunos escritos en donde se nos muestra de una forma más resumida lo que ha movido su vida. Indicamos los siguientes:
a) Carta 74
En ella describe su experiencia, aunque de modo indirecto, de toda su vida. Le dice a una persona religiosa:
«Metámonos, y no para luego salir, mas para morar, en las llagas de Cristo, y principalmente en su costado, que allí en su corazón, partido por nos, cabrá el nuestro y se calentará con la grandeza del amor suyo». A este Cristo crucificado se le encuentra principalmente en la Eucaristía. …
b) Sermón 78
Es una autobiografía espiritual de San Juan de Ávila. Es el sermón que predicó un 4 de octubre en un monasterio de monjas en el día de San Francisco de Asís.
Contiene las ideas principales que movieron a San Francisco de Asís, pero estoy seguro que fueron las que movieron también a San Juan de Ávila. Es una verdadera autobiografía espiritual. Se ha dicho, y con razón, que San Juan de Ávila es un verdadero San Pablo del siglo XVI, pero es que también es un vivo retrato en muchos aspectos de San Francisco de Asís, su santo preferido después de San Pablo.
c. Tratado del amor de Dios
El pequeño Tratado del amor de Dios es una joya de la literatura mística española y universal, y un retrato del alma y doctrina de San Juan de Ávila. Contiene todos los temas fundamentales de su vida y enseñanza, que hemos señalado más arriba, adentrándonos en el misterio del amor entre el Padre y el Hijo unidos en el Espíritu, y metiéndonos en esta unión al dársenos a nosotros.
6. Conocerlo a través de sus oraciones:
A San Juan de Ávila se le encuentra sobre todo en sus oraciones. Las oraciones se encuentran a lo largo de toda sus Obras completas: contenidas en el Audi, filia y en sus escritos, fundamentalmente en sus cartas, que están escritas a vuela pluma y que reflejan lo que pasa por su corazón.
Esto realmente es algo muy novedoso, pues es raro en encontrar en cartas dirigidos a otros, incluso de los más altos místicos, oraciones dirigidas directamente a Dios.
También en sus sermones, aunque hay que tener en cuenta que ya éstos no tienen la frescura de aquellos escritos, pues han sido recogidos por sus discípulos, si bien la mayoría luego han sido revisados y retocados por él antes de su edición.
Lo mismo que por la oración de Jesús llegamos a tener más conocimiento de la relación con su Padre, así también por las oraciones de San Juan de Ávila llegamos a conocer mejor lo que pasa entre Dios y él, adentrándonos así con él en la misma unión con Dios.
Yo me remito ahora a presentar las que creo son más significativas:
Las del Audi, filia están sobre todo en la parte final:
– Oración a Cristo crucificado en el día de la alegría de su corazón. El día de su entrega en la cruz fue el día más grande y alegre para Cristo, a pesar de la tristeza y crueldad de su muerte, pues su amor, y los beneficios que con ella nos traía, hacían su alegría:
– Oración a Dios misericordioso, que nos oye, nos ve e inclina su oreja:
En realidad, en esta oración recoge el hilo conductor de Audi, filia, pues aunque se titula según el salmo 44 «oye hija inclina tu oreja…», esto no es sino respuesta al amor de Dios, que es el primero que nos ama e inclina su oído a nuestros sufrimientos y necesidades. Su amor es lo primero, y el nuestro no es sino respuesta al suyo.
– Oración a Cristo Hermoso.
Es la hermosura de Cristo crucificado porque en él se manifiesta la hermosura de su amor, que pasa a nosotros al lavarnos de nuestro hombre viejo de pecado y hacernos hombres nuevos en el espíritu por su sangre derramada.
7.- Hay otras publicaciones que escogen trozos de sus escritos según temas.
Un gran y logrado intento de esto lo hizo Antonio Granado Bellido en su libro de 1991 «Por qué quema el fuego«, Paulinas 1991; hoy por desgracia y descatalogado.
Han aparecido también otros libros que recogen selecciones de textos de su epistolario: «Ya han florecido las Granadas«. Lo mejor de su epistolario, selección y presentación de Esaú de María Díaz Ramirez, que él mismo editó en Almagro (Ciudad Real)
En 2005 ha aparecido San Juan de Ávila en su epistolario. Selección de textos. Publicado por la BAC, de Dionisio Parra Sánchez .
Hacen falta libros que contengan sus escritos, basándose de una manera especial en sus cartas, aunque no exclusivamente, y agrupados todos ellos según unos temas que sigan el hilo conductor de la doctrina de san Juan de Ávila: amor de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo; manifestación de este amor de Dios desde la cruz de Cristo.
8. Cartas sobre el amor de Dios:
Para adentrarnos no sólo en las oraciones, sino en cómo piensa San Juan de Ávila yo introduciría a cómo leer de corrido algunas de sus cartas.
– Carta 74. Destaco ante todo la ya mencionada carta 74, porque contiene un resumen de toda su vida y enseñanza, de lo descrito en el Tratado del amor de Dios, en Audi,filia y en el sermón 78, que he afirmado que a propósito de la vida de San Francisco de Asís es la autobiografía espiritual del Santo Maestro.
– Carta 44. Es un verdadero tratado sobre la gracia.
– Carta 56. A unas mujeres devotas que padecían trabajos. Las anima a llevarlos, conociendo que son dones de Dios y dádiva de su amor, y les declara cuán grande es este amor de Dios para con los hombres, basándose en los padecimientos de Cristo por nosotros.
– Carta 61. Trata del amor de Dios para con el hombre y de lo que este amor le hace obrar a Dios para con nuestra miseria.
– Carta 75. A un devoto [don Tello de Aguilar] Exhortándole al amor de Dios y enseñándole los medios para alcanzarlo.
– Carta 112. A una devota suya. Es un auténtico resumen de la Encíclica del Benedicto XVI Deus caritas est.
– Carta 58. Escrita a unos amigos desde la cárcel. En ella se contiene una de las oraciones a Cristo crucificado por nosotros.
– Carta 64. También desde la cárcel. Oración a Dios trino y uno en Cristo crucificado:
– Carta 81. En ella se nos describe la experiencia de Cristo la transfiguración glorificación en el alto monte de la cruz, y también la nuestra cuando vivimos la cruz unidos al Señor.
En esta carta, y de manera indirecta, está relatando lo vivido por él en la tribulación de la cárcel, donde se le dio un conocimiento del amor de Jesucristo mayor que el tenido en la aulas de teología, y aún en la más alta contemplación.
9. Otras sugerencias para dar a conocer y ayudar a amar a San Juan de Ávila:
Ya en el mensaje de la Conferencia Episcopal indicaban algunos medios, y diciendo expresamente su finalidad:
“Queremos con estas sugerencias animaros a todos a leer sus escritos y orar con ellos.
Ahí encontraréis la riqueza y hondura de un clásico”, es decir, de un gigante, pero que sigue siendo muy actual en su doctrina, en su mensaje y en su testimonio.
También nosotros, como decía Pablo VI el día de la canonización, pedimos a san Juan de Ávila que sea favorable intercesor de las gracias que la Iglesia parece necesitar hoy más: la firmeza en la verdadera fe, el auténtico amor a la Iglesia, la santidad del clero, la fidelidad al Concilio y la imitación de Cristo tal como debe ser en los nuevos tiempos.
Que su doctrina y ejemplo influyan en nuestra vida y nos impulsen a anunciar el Evangelio a las generaciones del nuevo milenio, de tal modo que el Santo Maestro Ávila sea hoy para todo el Pueblo de Dios –laicos, consagrados y sacerdotes-, como también lo fue en su tiempo, “Maestro de evangelizadores´”.
Javier Lorite