Acabamos de celebrar el inicio del Año Jubilar. Delante de nosotros tenemos doce largos meses para conseguir, y ayudar a que otros consigan, el propósito del Jubileo: renovar la fe y la misión de anunciar a Cristo por medio de la conversación y con la ayuda de la gracia extraordinaria de la indulgencia plenaria.
El rito de apertura de la puerta de nuestro templo jubilar que contemplamos hace unos días nos ayuda a comprender el significado de este Año Santo: Toda la Iglesia de Ciudad Real, guiada por su pastor, se introduce hacia el interior de Cristo para beber de la fuente de la gracia que mana de su corazón.
El Jubileo nos invita a adentramos en un nuevo encuentro con el Señor resucitado para escuchar su Palabra, para ser rehabilitados por su misericordia y para ser enviados como testigos del amor de Dios.
Y todo ello lo hacemos siguiendo la estela de «ese faro luminoso paro la Nueva Evangelización« que -en palabras de Benedicto XVI- es nuestro paisano san Juan de Ávila.
El Jubileo busca la renovación interior y la exterior: una conversión mental y afectiva de la que nazca un nuevo estilo de ser cristianos por el ejercicio de la caridad y por la acción de confesar y comunicar ía fe al mundo de hoy.
Hemos de ser muy sensibles a esta finalidad y advertir que; para que se cumpla en nosotros y en quienes peregrinen hasta aqui. necesitamos «afinar el instrumento» de nuestro ser cristiano. Nuestra acogida a los peregrinos ha de ser una acogida en la fe y en el afán de servir de mediadores de su encuentro con Cristo.
Los peregrinos no son turistas que vienen a ver lugares vinculados a san Juan de Ávila animados por un mero interés histórico o cultural. Los peregrinos son cristianos que movidos por la fe y por la llamada de la Iglesia, van a venir hasta aquí para encontrarse de nuevo con el Señor en los lugares originales en los que san Juan de Ávila vivió y forjó ía experiencia fundante de su vida.
Esa experiencia es la que hemos de intentar vivir personalmente y ayudar a vivir a los peregrinos en su andadura por e! recorrido jubilar que terminará que la renovación de las promesas de!, bautismo y con la celebración de la Eucaristía en el templo que vio nacer a san Juan de Ávila, Doctor,
¡Que disfrutemos sirviendo a los peregrinos y amando a Cristo en aquellos que vendrán a buscarle, siguiendo las huellas de san Juan de Ávila!