Partiendo de este titular, es difícil plantearse una defensa de la ALEGRÍA en un momento como el que nos hayamos; de insatisfacciones vitales, crisis económicas, pérdidas de empleo y «depresiones», como enfermedad social predominante.
Es cierto que nos está tocando vivir un duro momento social, que hay un alto porcentaje de población que lo está pasando realmente mal…
Pero también es cierto que estamos inmersos en un clima social de tristeza, desesperanza y falta de fe, que si no ponemos de nuestra parte se contagiará como el mayor de los virus sin piedad.
Y este humor colectivo, esta negatividad, esta falta de entusiasmo que podemos sentir a nuestro alrededor es algo que como cristianos no nos debemos permitir y mucho menos dejarnos caer y contagiarnos de este estado de desesperanza.
Dijo el papa Francisco durante las jornadas mundiales de la Juventud en Rio de Janeiro el pasado Julio:
«Mantened la esperanza, dejaros sorprender por Dios y vivid con alegría.«
Pero no nos engañemos, no pretendamos creer que la ALEGRIA que nos dará satisfacción se logrará cuando encontremos un trabajo, cuando podamos comprarnos eso que tanto deseamos o cuando logremos reencontrarnos con esa persona que anhelamos, en definitiva cuando poseamos lo que creemos que nos falta…no es así.
Eso serán meros momentos de alegría que nos darán satisfacción, sensación que cuando pase un tiempo se desvanecerá y seguiremos pidiendo más, quejándonos por todo lo que no tenemos o desearíamos conseguir, y volveremos al mismo estado inicial.
La ALEGRIA con mayúsculas que los cristianos debemos buscar y lograr va mucho más allá de todo lo anterior, y se consigue de una manera mucho más sencilla. Su esencia es espiritual y nunca física.
Alguien me dijo una vez que esta clave no está en «esperar» constantemente sino en «aceptar» lo que nos toca vivir; y yo añadiría: aceptar no con resignación o pasividad, que puede tener tintes de negativad, sino creciendo y a la vez construyendo…sacando lo positivo de todo eso que tenemos delante nuestro.
Algo así como el famoso concepto de «resiliencia» que tanto usamos los psicólogos actuales (capacidad de afrontar la adversidad saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia profesional y personal).
Y es que en las debilidades es cuando como personas de fe debemos sacar lo mejor de nosotros mismos…
¡Resiliencia cristiana!
No nos quedemos quietos, empecemos desde YA… Si llevamos como bandera ese espíritu alegre que hace frente al virus social de desanimo y desesperanza, saldremos triunfantes de muchas batallas del día a día que ahora mismo nos pueden parecer grandes retos…
¿Y que ganaremos?
Conseguiremos disfrutar mucho más de las pequeñas cosas, seremos conscientes de lo afortunados que somos por el mero hecho de vivir y lo felices que podemos llegar a ser.
Solo es una elección…tú decides, ANIMO!!!