«Porque a todo el que tiene se le dará y tendrá de sobra; pero al que no tiene, aun aquello que tiene se le quitará». (Mt 25,29)
Sucede con el reino de los cielos lo que con aquel Maestro que llamó a sus alumnos y, al comenzar un nuevo curso, les entregó el boletín de notas. Al abrirlo, todos se llevaron una grata sorpresa. A uno le había puesto un 10, a otro un 7 y a otro, un 5, a cada uno según sus capacidades.
El que tenía un 10 no se conformó y, durante todo el curso, se esforzó en subir la nota. Asimismo, el que tenía un 7, durante los nueve meses echó muchas horas, demasiados codos y no menos corazón para sacar una mejor nota. Pero el que tenía un 5 se pasó todo el curso andando por la cuerda floja, haciendo el mínimo esfuerzo para conservar su nota…
Al final del curso, regresó el Maestro y pidió el certificado académico a sus alumnos.
El que había sacado un 10 se acercó, y dijo:
-Maestro, mira, un 10 me pusiste; aquí te muestro todo mi esfuerzo por subir la nota.
Su Maestro le dijo: -Muy bien, felicidades.
Y a continuación le puso la nota final: «Matrícula de honor».
Llegó también el que había recibido un 7 y dijo:
-Maestro, un 7 me pusiste; aquí te muestro todo mi trabajo.
Su Maestro le dijo: -Muy bien, felicidades.
Y le puso la nota final: «Sobresaliente».
Se acercó, finalmente, el que sólo había recibido un 5 y dijo:
-Maestro, sé que eres duro y que contigo es muy difícil aprobar; tuve miedo y… Al menos he conservado el 5.
Su Maestro le respondió…
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Bueno, omitimos su respuesta. Ya todos nos imaginamos por «dónde irían los tiros»: septiembre, recuperaciones, verano en academias, fuera moto, fuera playa, fuera amigos, repetir curso…
Lo más importante es que hoy, en este momento, al comenzar un nuevo curso, el Maestro, Jesús de Nazaret, te ha puesto un 10; un 10 en Matemáticas y en Lengua y un 10 en Esfuerzo, en Generosidad, en Tolerancia, en Respeto, en Amigos, en Ayuda desinteresada…
Ahora tienes que ganártelo tú. ¡Tú decides qué hacer!