Un domingo-VII después de Pentecostés- San Juan de Ávila predica en la toma del velo de una joven que quiere ser monja, comentando un texto de San Mateo: «Amarás al Señor Dios tuyo de todo tu corazón, de todo tu entendimiento y de toda tu alma«. Y muy devoto nuestro de San Agustín, a quien cita frecuentemente, comienza con este pensamiento del Santo: «Danos, Señor, lo que tu mandares, y manda lo que quisieres«.
Habla nuestro S. Juan de Ávila de «la caza de Dios»… pues el alma tiene que tratar de cazar a Dios y entonces conseguirá la verdadera libertad y paz de espíritu.
Valiéndonos del amor como arma y cebo, no podemos menos que recordar la estrofa 16 del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz:
«Cazadnos las raposas/ que ya está florecida nuestra vina/en tanto que de rosas/hacemos una pina/ y no parezca nadie en la montaña«.
Invito a los lectores a leer y meditar esa estrofa de San Juan de la Cruz y que nos sirve bien para entender mejor esta lección de San Juan de Ávila.
Predicaba así San Juan de Ávila: No os ha venido alguna vez el pensamiento: ¿Quién alcanzase, quien viese a Dios, quien alcanzase tal empresa como es Dios, quien tomase tal caza? ¿Paréceos que sería pobre quien gozase de tal alegría?..¡Oh caza bendita! ¿Con que te cazaremos? ¿Con ballesta o con falcón? ¿Con que lazo te tomaremos, Dios mío, para que no te vayas?
Y razona de esta manera tan clara y concreta: «No basta, hermanos, toda industria humana para tomar a Dios, si no es con amor»… Este es, hermanos, el señuelo a que Dios se abate; este es el cebo con que Dios se pesca: amor, amor».
Y termina así el sermón: «Así que, señora y hermana mía, no hay mejor remedio para encenderos en amor a vuestro Esposo Jesucristo, que despreciar las vanidades de este mísero mundo. Con devotos ejercicios aprenderéis a amar a Dios y Él os dará su gracia y después su gloria».
Lo mismo que San Juan de Ávila afirma que «lo mismo que fuego con fuego se enciende, así amor con amor se cría»…, San Juan de la Cruz escribe: «Pon amor donde no hay amor y sacaras amor».