Estamos a punto de celebrar la fiesta de san Juan Bautista de la Concepción, otro de los hijos santos de nuestra parroquia, de cuyo nacimiento en Dios se han cumplido los 400 años en el pasado 2013. Sin embargo, nuestro san Juan Bautista no vive porque le recordemos, le recordamos porque vive. Él vive en la plenitud de Dios, como sarmiento que permanece unido al Señor resucitado y, por ello, sigue dando vida.
Su santidad, su plenitud de vida, es el motivo por el que, cada año, celebramos una fiesta en su honor y hace que tengamos la garantía de que es un seguro intercesor nuestro. Por eso, le veneramos y podemos pedir su ayuda. Él es un amigo fiel de Jesús y, por tanto, alguien capaz de avalar nuestros ruegos y peticiones ante el Señor. Los santos nos muestran mil maneras de pertenecer a Jesús y vivir la fe.
Y todo es gracias a que el Espíritu Santo de Jesús que recibimos en el bautismo, va formando en nosotros la imagen de Cristo y hace brillar en cada uno un aspecto especial de Jesús para que lo desarrollemos a lo largo de nuestra vida. Eso es la vocación. De este modo, la unión de todos los cristianos configura -como si se tratara de uno un mosaico- el cuerpo de Cristo en el mundo, que es la Iglesia.
San Juan Bautista de la Concepción recibió el don especial de ser compañero de Jesús y formar comunidades con más amigos que recibieron es misma llamada. Esto explica el sentido de la vida consagrada. Pero, además, san Juan Bautista, recibió de Cristo la capacidad y la misión de ser instrumento suyo para liberar a los hombres de la esclavitud.
A lo largo de la historia, la esclavitud va revistiendo diferentes formas: la cárcel, la enfermedad, la droga… pero la misión de liberar sigue siendo la misma. Creo que esta fiesta podría movernos a hacernos tres preguntas: ¿Padezco alguna esclavitud de la que me tenga que liberar? ¿Cuáles son las esclavitudes de la sociedad actual y qué podría hacer yo por actuar en favor de su liberación? Y, por último, si por el bautismo el Espíritu de Jesús está en mí para que yo reproduzca su imagen: ¿Cuál es el don de sí mismo que Cristo me ha comunicado a mí para que lo desarrolle?
San Juan Bautista también se hizo estas tres preguntas, buscó la respuesta con su inteligencia espiritual y vivió dándoles contestación con su forma de vida. Y porque lo hizo de modo auténtico, la Iglesia lo reconoció como santo. Que el testimonio de nuestro paisano nos anime a secundar su obra: ser compañeros de Jesús, liberarnos de cualquier esclavitud, y ayudar a que la sociedad actual se libere de toda opresión del mal. ¡Sigamos sus pasos!