¡Pásalo! ¡Vívelo! ¡¡¡Urgente!!!
Se trata de apoyar el acontecimiento más importante en la vida de un cristiano.
Todos aquellos que no estéis de acuerdo con «finiquitar» la vida de Jesús en un madero; todos aquellos que penséis que, después del Calvario, comienza una nueva vida, ¡la vida!…
– Desterrad de vuestras vidas «los malos humos». ¡Cristo ha resucitado! A partir de ahora, la sonrisa autentica y la alegría verdadera serán la gran señal que nos indique que Jesús ya no está en el sepulcro, que Cristo ha vencido a la muerte.
– Abandonad los harapos del hombre viejo, revestid de gala vuestros corazones. La moda de los resucitados en Cristo se tiene que notar por fuera y, sobre todo, por dentro.
– Reconoced a Jesús vivo, caminando a vuestro lado. Camino del trabajo o de la parroquia, del súper o del bar, Jesús se hace presente en cada uno de sus hijos, vuestros hermanos, que Él pone cada día en vuestro camino.
– Tocad sus llagas y comprobad que Aquel que murió por nosotros en una cruz, Aquel por el que nadie «daba un duro», ha vuelto, y esta vez, para quedarse para siempre a nuestro lado.
Meted vuestros dedos y vuestros corazones en las llagas del dolor, de la enfermedad, del fracaso; del desempleo, de la intolerancia… en definitiva, en las llagas del Resucitado.
– Id corriendo a comunicar a todo el mundo que Jesús ha resucitado. Al conductor del bus o a la cajera del supermercado, la jardinero del parque o al policía del barrio…
Y si no os creen, partid y compartid vuestro tiempo, vuestros talentos, los dones que Dios os ha entregado, con cada uno de ellos…Os aseguro que es infalible.
No paréis este texto.
Pasadlo a todos vuestros contactos del Whatsapp, del Facebook o del Twitter… Y utilizad el boca a boca y el corazón a corazón con vuestros amigos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo, de catequesis o de clase…para que éstos, a su vez, hagan lo mismo.
¡Entre todos podemos despertar al resucitado que llevamos dentro!
¡Y podemos crear un mundo donde la alegría de sentirnos vivos y amados por Cristo embriague nuestros corazones y alumbre el camino de tantas personas que siguen estancados a los pies de la cruz!
¿A qué esperáis?