Se termina el verano y con ello vamos volviendo a nuestras rutinas de trabajo, de vida, de penas y alegrías. Con el regreso de las vacaciones damos la bienvenida al nuevo curso escolar y a las tareas cotidianas que habíamos dejado escondidas en un cajón.
No es raro si después de regresar de vacaciones sentimos cansancio, tristeza o incluso estrés por tener que incorporarnos a los hábitos y rutinas diarias (síndrome postvacacional), pues es algo muy habitual en la mayoría de las personas.
Como sabemos la línea entre la felicidad y la depresión es mucho más delgada de lo que pensamos y somos nosotros mismos quien determinamos nuestros pensamientos y en consecuencia nuestros actos en cada momento. Es por ello que no debemos subestimar la influencia de la mente sobre el estado de ánimo, pues somos lo que pensamos.
Y bajo esta premisa se presenta Septiembre como un momento ideal para empezar a mirar dentro de nosotros y guiar la actitud que queremos tener ante la vuelta. Esto es complicado incluso para los cristianos, los que creemos vivir intensamente cada día como un regalo, ya que en muchas ocasiones es muy sencillo dejarse llevar por lo que apetece y no analizar la esencia, lo que hay dentro de nosotros, y optamos por la queja generalizada y la tendencia depresiva antes de pararnos y resolver nuestra propia insatisfacción.
Pero..¿cómo hacerlo? ¿cómo cambiar la visión? ¿cómo afrontar la vuelta de manera saludable y positiva?
Inicialmente sería conveniente que todos nos preguntásemos qué sentimos en este momento, pongámosle nombre a nuestras sensaciones, sentimientos o emociones.
¿Qué es lo que guía nuestra vida? Sorprendentemente cuando lleguemos a este punto en muchas ocasiones nos daremos cuenta que no somos tan desdichados, ni tenemos tan mala suerte, ni es tan grande el estado depresivo….
Por el contrario descubriremos que lo que tenemos ante nosotros es un reto, una oportunidad de crecimiento, un nuevo curso lleno de momentos por vivir y disfrutar con alegría y esperanza, en definitiva, una oportunidad que Dios nos presenta para sacar lo mejor de nosotros mismos.
Ahora que tenemos las baterías llenas de energías y hemos tenido tiempo para reflexionar lo que estamos haciendo con nuestra vida es momento de eliminar gradualmente aquellas cosas que nos reportan toxicidad emocional. Puntos de vista radicales, manías, actividades, palabras negativas, malos pensamientos, intolerancias, rencores…
Es un buen punto de partida para una vida que nos resulte óptima, estable, tranquila…
Empiezan las oportunidades para eliminar lo que no conviene y potenciar lo que nos llena, enriquece y aporta energía a nuestra alma.
Pero todo crecimiento requiere un esfuerzo que tendrá que estar presente en este cambio pues las oportunidades de mejora no vienen por si solas, deben buscarse, son compromisos que debemos adquirir con nosotros mismos y con los demás.
Si conseguimos poner en práctica esta visión convertiremos el famoso síndrome postvacacional en la mejor oportunidad para CRECER…¡¡tú decides!!
¡Feliz vuelta de vacaciones!