«Hemos aprendido a volar como pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos, como hermanos»
(Martin Luther King).
Hoy estamos muy comunicados: el móvil, el correo electrónico, whatsapp, Facebook…
Se produce una noticia y en cuestión de segundos se ha extendido por todo el mundo. Estamos muy unidos en torno a un acontecimiento.
Al mismo tiempo estamos muy separados. Nacen abismos, brechas y separaciones por doquier. Separaciones entre esposos, entre jóvenes y mayores, entre clases sociales, no digamos nada en el mundo político.
Hay que construir puentes. Pero necesitamos una materia prima para esta gran obra.
Valoración de la persona que tengo a mi lado.
El otro tiene una riqueza que debo descubrir. Es único. Aunque no piense como yo y su conducta social y moral sea un desastre.
En las primeras páginas de la Biblia se puede encontrar este mensaje: «el hombre es imagen de Dios».
Cuando valoramos a una persona se ilumina su vida.
Recuerdo una conversación de una mujer que hablaba con una joven que era drogadicta y le recordaba cosas positivas de su familia, incluso de ella misma. Sentí que era la mejor medicina que podía administrar a esta joven.
Cuando valoramos positivamente a alguien, hay algunos resortes que se ponen en funcionamiento.
El otro tiene una riqueza que tengo que descubrir.
El Papa Francisco habla con frecuencia de la filosofía del encuentro. Hoy se discute todo. Siempre llevamos la conversación al lado de la crispación. No importa la verdad y el bien común, se tiene una tendencia innata a llevar la contraria.
La gente se acalora, discute y no se saca nada. Sí, los pies fríos y la cabeza caliente.
¿Cómo puedo salir al encuentro con los que me rodean? ¿Qué puentes tengo que construir para llevar una vida más agradable con los que trabajo y me relaciono día a día?
Es bueno aprender a conversar.
Qué importante es saber escuchar.
Me decía un amigo psicólogo que hoy mucha gente necesita que la escuchen y entrenarse en saber escuchar a los que viven alrededor.
La caja tonta (la TV) y todos los medios son un gran invento pero pueden anular nuestras relaciones personales.
Es más importante hablar en familia y escucharnos que un programa de la Tele.
Hay que simplificar la vida, tenemos el peligro que el consumismo nos consuma.
La sencillez de vida es una cosa muy sabrosa, pruébala y te encantará.
Necesitamos personas que construyan puentes, individuos que nos enseñen el arte de dialogar, cristianos que nos que nos muestren que la comunión, que estar unidos a pesar de la diferencia, es el gran reto de todos los creyentes, es más lo que nos une que lo que nos separa.
Busquemos una plataforma común y el mundo será más agradable.