Os resultará fácil hacer la composición del lugar. Jesús, junto a sus discípulos, se encontraba en una gran sala de fiestas, tan habituales en estas fechas para dar la bienvenida al nuevo año…
El Señor, que había intentado por todos los medios pasar inadvertido, se encontraba comiéndose las últimas uvas en un rincón de la sala…
Sin embargo llegó el momento de las felicitaciones y a Jesús no le quedó más remedio que acceder a las peticiones, un tanto pesadas, de sus apóstoles que querían que les brindara unas palabras…
Así que entre apretones y abrazos, Jesús logró subirse a la tarima que, minutos después, se convertiría en la plataforma de un gran karaoke…
Y aunque no todos se percataron de su presencia (no era el momento idóneo para los grandes sermones) la mayoría de los allí presentes, con sus copas de champagne en la mano, se acercaron a escuchar las palabras del Maestro. Éste les dijo:
Feliz año si en lugar de poner todo vuestro empeño en aumentar, mes a mes, la nómina y reducir la hipoteca, aumentáis, día a día, vuestras ganas de vivir y reducís vuestro afán de consumismo.
Feliz año si además de secar las lágrimas de vuestros hermanos más necesitados, os dedicáis a hacer algo todavía más difícil: intentar evitar que las derramen.
Feliz año si hacéis extraordinarias las cosas ordinarias de cada día, descubriendo que tenéis 365 días por delante para pisar por las alfombras rojas de la humildad, llegando a hacer de cada nuevo día y de cada nuevo hermano un motivo de celebración.
Feliz año si, finalmente, lográis sacar las oposiciones (Mateo 25, 31-46) y os hacéis con un puesto fijo en el cumplimiento de la voluntad de un Dios que, no lo olvidéis nunca, no os va a dar todo lo que le pidáis, pero sí todo lo que necesitéis.
Feliz año si el único baremo de juicio que utilicéis para los otros, sea el de la mano tendida, la sonrisa sincera y el corazón abierto las 24 horas del día, los 12 meses del año.
Feliz año y más felices vosotros, si os marcáis como primer compromiso, mucho antes de dejar de fumar o perder esos kilitos de más, el firme propósito de limpiar vuestros corazones de esas sucias asperezas que le hacen funcionar al 50%, obstruyendo vuestra capacidad de amar y de ser amados Feliz año si los únicos gatillos que apretáis son los de la sonrisa, el perdón, la amabilidad, el respeto y la tolerancia, no teniendo que llegar nunca a las manos, a no ser para estrechárselas al hermano que encontréis caído.
Feliz año y más felices vosotros, si este año «sufrís» la persecución de vuestros hermanos más pobres, más tristes, más necesitados… y tenéis las agallas suficientes de «dejaros alcanzar,» interponiéndoles la consiguiente «denuncia» que les obligue a cumplir «condena» en el interior de vuestros corazones.
Alegraos y regocijaos y entonces sí, entonces llenar nuevamente vuestras copas y brindemos por un mundo que ha permitido, finalmente, que Dios nazca y establezca en él, su morada, su residencia de invierno, de verano, de otoño y de primavera.
Ah, y no os preocupéis por el hecho de que seáis muchos los que lo logréis; al contrario, mucho mejor, pues champagne hay para todos y si no, ya una vez convertí el agua en vino…
¡Volvería a hacerlo con mucho gusto!