Llegar a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia (papa Francisco)
Amiga/o, tú que eres ya casi un profesional en el arte de zapear, tú que tienes la curiosa habilidad, hasta quizá el Record-Guinness, de cambiar de canal televisivo treinta, cuarenta, cincuenta veces al minuto… Te invito a que, en lugar de utilizar el mando a distancia, uses tu corazón, y, en lugar de canales televisivos, cambies «el chip de tu corazón».
Sí, amiga/o, esta Cuaresma, y a modo de propósito, puedes zapear y deshacerte de tantísimos «programas basura» que afean y de qué modo tu corazón… ¿Te atreves?… ¡Adelante!
Esta Cuaresma, zapea:
- Tu sobrepeso de corazón, que no te permite agacharte a servir al prójimo, ni inclinarte a coger al hermano que está tirado en la cuneta, ni, mucho menos, a arrodillarte para lavar los pies al que viene de lejos, sucio y maloliente.
- Y pon el canal del ayuno auténtico, aquel que te permite «poner a dieta» tu indiferencia, tu egoísmo, tu insolidaridad y «pegarte un atracón» del otro, del hermano, del necesitado, de los últimos que son los escogidos de Dios.
- Tu calderilla barata, eso que sueles echar a los demás porque te sobra: unos minutos por aquí, unos céntimos por allí… Eso que das a los demás porque ya no usas o para quedar bien o porque piensas recibir una recompensa.
- Y pon el canal de la limosna sincera, de ofrecer a los demás lo mejor, lo más genuino, los talentos que Dios sigue ingresando en tu corazón… Dar a los demás «hasta que te duela.»
- Tu cumplimiento (cumplo y miento) con Dios. «Una oracioncita» al echar la quiniela, una novena al de «los imposibles» para aprobar el examen, tu media hora semanal (y que no sea un minuto más) de misa dominical, o tu tres cuartos de hora cada quince días para recibir (por tradición, para que no se enfaden los abuelos) el sacramento.