Mí querida comunidad Parroquial de Almodóvar del Campo:
Hace ya siete años que comencé esta gran aventura por los caminos de Dios.
Este caminar constante con Cristo, como amigo y compañero, es un camino de encuentro que te sorprende, entusiasma y enamora; aunque existan momentos que no te permitan caminar con ligereza o ánimo, pero esto no importa, si lo realmente importante para uno es Él, que es la meta; y yo “me determiné a seguir aquel camino” como dice Sta. Teresa en su libro de la Vida, para caminar con tan buen compañero.
El Carmelo es ese camino de encuentro con Dios, a través de la oración diaria y constante que surge de lo más profundo del mismo corazón, de la vida fraterna y comunitaria, con sus más y sus menos, como en todo; pero siempre con sencillez y humildad, sin grandes cosas sino con lo cotidiano de cada día, de cada momento y de cada hermano.
¡Esto es el Carmelo! un camino por el que se avanza descalzo de todo aquello que resulta un estorbo y que no sirve para nada, puesto que en la vida “Sólo Dios basta”, como dice Santa Teresa de Jesús.
Sólo Dios, que es lo importante y lo esencial para una vida llena de su presencia y amor, que te inunda y te empapa la existencia, y que, desde esta experiencia, se puede hacer una entrega generosa para los demás a través de Él, en la vocación a la vida religiosa o cualquier estado de vida.
Pues bien, queridos amigos, con estas sencillas palabras, quiero compartir con todos vosotros la alegría y el gozo de que, después de este camino de siete años de andadura por los camino del Carmelo Descalzo, el próximo 4 de octubre, D.m, del presente año, realizaré mi Profesión Solemne en dicha Orden, a las seis de la tarde en la Iglesia de los Carmelitas de Medina del Campo (Valladolid), a la que estáis todos invitados.
Quizás, muchos de vosotros os preguntaréis ¿Qué es la Profesión Solemne?
Muchos, seguro, que ya lo sabéis, pero hay que decir que por supuesto que no es la ordenación de diácono, ni tampoco la ordenación de Sacerdote, sino que es la proclamación de los Consejos Evangélicos, de Pobreza, Castidad y Obediencia para toda la vida, lo cual te hace pertenecer a la Orden del Carmelo, que es a la familia religiosa de la cual yo quiero formar parte.
Os animo, mí querida comunidad parroquial, a que me acompañéis con vuestra presencia en dicha celebración y con vuestra oración -como siempre habéis hecho desde que comencé mí caminar- para que mi entrega sea generosa para el servicio de la Iglesia, de todos mis hermanos.
Ya que ahora comienzo un nuevo camino, para continuar avanzando por las sendas del Carmen descalzo, cuento de forma especial con la maternal protección de la Virgen María bajo la advocación del Carmen, nuestra Patrona, la que supo entregarse en cuerpo y alma al Señor con su “Fiat”, y la de nuestro Santos Patronos Juan Bautista de la Concepción y Juan de Ávila, grandes caminantes de los senderos del amor, que alcanzaron la meta, para que ellos me ayuden en mi SÍ definitivo a Dios en la Profesión Solemne.