En este curso 2007-08 estamos reflexionando, en la escuela de teología de nuestra parroquia, sobre la oración.
Elegimos esta pequeña reflexión tomada del primer tema impartido en la escuela:
El ejercicio diario de la oración es un ejercitar la interioridad – parte esencial de nuestro ser.
Ejercitar la interioridad no es lo contrario de vivir la exterioridad, sino lo contrario a vivir en la superficialidad y dispersión.
Así escribía Unamuno a un joven:
“Me dices en tu carta que si hasta ahora tu divisa ha sido: ¡Adelante!, a partir de ahora será: ¡Arriba!.
Deja eso de delante y atrás, de arriba y abajo; deja de jugar a progresismos y carquismos; déjalos a los progresistas y retrógrados, a los ascendentes y descendentes, que se mueven tan sólo en el espacio exterior, y busca el otro, tu ámbito interior, el de tu alma. Lucha por meter en ella el universo entero, que es la mejor manera de derramarte en él…En vez de decir: ¡Adelante! o ¡Arriba!, di: ¡Adentro! Reconcéntrate para irradiar. Déjate llenar para que reboses luego, conservando el manantial. Recógete en ti mismo para mejor darte a los demás, todo entero e indiviso”.
“Prohibido asomarse al exterior”- decían los viejos trenes. Hoy parece que los trenes de la vida incitan a no asomarse al interior, precipitarse hacia fuera.
Vivimos en una vida “líquida”, en una sociedad “líquida” (Bauman): se cambia en el actuar antes de que las formas de actuar se consoliden. Lo importante es la velocidad y el vértigo.
En medio de esta sociedad hay quien busca la interioridad, para sentir la propia identidad, para vivir unos valores que llenen las más profundas aspiraciones de la persona, para encontrarse con el Ser que nos da el ser.
Viaje al interior “conversando con el hombre que va siempre conmigo” (A. machado) y con Dios que va siempre conmigo; tratando de vivir sin angustias el presente, con serenidad, sin avidez, con agradecimiento y alabanza.
Hay que buscar la interioridad como alternativa y como defensa ante al bombardeo de actividad, información, imágenes y ruidos de nuestra cultura.