Las fiestas y nuestros patronos: La Virgen del Carmen, S. Juan de Ávila y S. Juan Bautista de la Concepción
Con alegría, con paz, con fiesta interior celebramos un año más nuestras fiestas patronales.
Unir a la Virgen y los Santos patronos con la fiesta tiene un significado muy hondo; porque, bien vistos y contemplados, los Patronos han sido modelos de vida en fiesta; no sólo unos días de fiesta.
Decía muy acertadamente Salvador Dalí: "Creo que la vida debe ser una fiesta continua".
Y el teólogo L. Boff dice que, quien es capaz de reír a pesar de los pesares es que está viendo algo más que todo este mundo: "El humor y la fiesta revelan que hay siempre una reserva de sentido que todavía nos permite vivir y sonreír".
Sí, Dios vivido desde un fe profunda es fuente de la verdadera alegría y de la fiesta.
"Porque a todo el que tiene se le dará y tendrá de sobra; pero al que no tiene, aun aquello que tiene se le quitará". (Mt 25,29)
¿Qué es hoy un adolescente sin teléfono móvil? Nadie.
Himno de Laudes
He querido comenzar este nuevo curso con una bonita historia sobre una preciosa sonata que todos los pianistas hemos tocado en nuestro repertorio.
En tiempos de Juan de Ávila el movimiento oracional era muy intenso y llenaba todos los estratos de la sociedad y de la Iglesia en España. La oración era un tema de la calle y de los templos. Era un siglo pletórico de oración y vida espiritual. Lo mismo podríamos decir de sus Cartas.
Partiendo de este titular, es difícil plantearse una defensa de la ALEGRÍA en un momento como el que nos hayamos; de insatisfacciones vitales, crisis económicas, pérdidas de empleo y "depresiones", como enfermedad social predominante.
Deseo referirme a la que considero auténtica alegría; la alegría que inunda el corazón de paz, que hace brillar los ojos, que llega al que la comparte y la recibe como una brisa fresca y suave; me refiero a la alegría que huye de la estridencia, a la que se contagia.
