El reloj de Dios (Cuento Carmelitano)
Sebastián Catalán2015-01-31T20:11:00+00:00
En un tiempo indeterminado y en un Convento de Carmelitas descalzas, que, por discreción, mantenemos en el anonimato, vivían unas hermanas de diferentes edades, caracteres y regiones de España.
Formaban un conjunto armónico, pues estaban unidas por el amor al Esposo; lo que les permitía quererse y saber soportarse en sus pequeños defectos, entenderse en las posibles discrepancias y marchar unidas en la búsqueda de Dios, por diferentes caminos: quién por el camino marcado por San Juan de Ia Cruz en su obra "Subida al Monte Carmelo", en su vaciarse de si mismo para llenarse de Dios; quién por el camino de Sta. Teresa del Niño Jesús, con su difícil "infancia espiritual", tan exigente como el anterior; quién a través del suyo propio.
El comienzo del Adviento guarda continuidad con la espiritualidad del mes de noviembre que está centrado en nuestra unión definitiva con Dios: el río de la vida desemboca en el mar de la eternidad, en el cielo prometido, en nuestro inserción completa en Cristo Resucitado.
Jesús, en el Evangelio, me da un mensaje muy claro, debo pedir al Padre todo lo que necesite con la seguridad de ser escuchado: “Pedid y se os dará…”; luego, añade que el Padre se preocupa de dar de comer a los pájaros y viste a las flores del campo; y añade que, con mucha mayor razón, me atenderá a mí.