La paloma coja

2010-07-15T03:09:00+00:00

La paloma cojaEn una acera, picoteando esos minúsculos granitos de alimento que puede haber para un ave que habita en una ciudad, había una paloma. Su contoneo era singular. Parecía danzar más que caminar, daba saltitos con una pata al tiempo que giraba su cuerpecillo plumoso de color  gris ceniza.

De aquella observación curiosa de la paloma, finalmente se podía apreciar cuál era el motivo de su forma peculiar de moverse y caminar; en una de sus patas le faltaban esos tres dedos palmípedos sobre los que apoyarse. En su lugar había una terminación radical en forma de muñón que le quedaba justamente a ras del suelo. Apenas apoyaba el muñón de su pata, sólo un instante muy breve para girar y cambiar de dirección para seguir picoteando del suelo.