"Hemos aprendido a volar como pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos, como hermanos"
(Martin Luther King).
Hoy estamos muy comunicados: el móvil, el correo electrónico, whatsapp, Facebook…
Se produce una noticia y en cuestión de segundos se ha extendido por todo el mundo. Estamos muy unidos en torno a un acontecimiento.
…algunas veces hay que agacharse. Sí, agacharse, no encogerse o hacerse más pequeño. No. Es más sencillo. Es ponerse a la altura de las cosas y de las personas para verlas desde su perspectiva real, aquella que te muestran de sí mismos; a ratos sus tristezas, otras sus limitaciones e incluso más a menudo de lo que reconocen, sus contradicciones. Y cómo no, también sus grandezas junto a la ejemplaridad que pueden demostrarnos.
Hay ocasiones en las que creer en el ser humano se nos antoja complicado, otras nos trastocan tanto nuestros cimientos que perdemos totalmente el rumbo de la confianza cayendo en tal deriva que, mirar atrás, nos duele mientras que, mirar hacia adelante, nos es totalmente imposible porque ni tan siquiera queremos ver.
En las relaciones humanas nos vemos tan vapuleados tantas veces que la quebradiza línea de la confianza, cuando se rompe, de querer unirla de nuevo tenemos que hacer un nudo y ese nudo, tan pronto corredizo como tenso, es el que nos complica las cosas a la hora de ser justos.
Lo primero que puedo plantearme es si Dios tiene rostro y, si lo tiene, dónde puedo encontrarlo.
La respuesta me la da Jesús en "el juicio final". Será muy claro, cuando me felicite o eche en cara, de acuerdo a cómo traté al prójimo: porque le di de comer o beber; le visité estando enfermo o en la cárcel; lo vestí cuando le vi desnudo. O, por el contrario, no lo hice. En todo caso a Él se lo he hecho o he dejado de hacer.
Nos encontramos con unas mujeres devotas -que se confiesan con San Juan de Ávila-que no entienden cómo Dios permite ciertos acontecimientos, enfermedades y trabajos.
No saben cómo obrar con las personas que gozan con el mal de los demás y todo lo critican.
San Juan de Avila les contesta con una carta extensa...