Resucitar cada mañana
J. M de Palazuelo2015-03-31T20:18:00+00:00
Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; Pero, si muere, dará fruto abundante (Jn 12, 24)
Señor, hoy vengo a tu presencia
y vengo dispuesto a nacer de nuevo.
Dios de la Vida y de la Resurrección
escucha mi plegaria:
En este año nuevo hazte nuevo, reduce tu ansiedad, cultiva flores en la esquina de tu alma, riega de ternura tus sentimientos más profundos, imprime a tus pasos el ritmo de las tortugas y la levedad de las garzas.
El comienzo del Adviento guarda continuidad con la espiritualidad del mes de noviembre que está centrado en nuestra unión definitiva con Dios: el río de la vida desemboca en el mar de la eternidad, en el cielo prometido, en nuestro inserción completa en Cristo Resucitado.
En unas semanas estaremos celebrando la gran fiesta de pascua, que es el centro de la vida cristiana. La Pascua –paso- da nombre al acontecimiento fundamental de nuestra salvación: el paso de Jesús de la muerte a la resurrección. Una muerte que limpia, redime y salva, y una resurrección que hace eterna esa salvación y la trae hasta nuestra actualidad a través del Espíritu del Resucitado.
Con el tiempo de adviento que acabamos de estrenar, nos introducimos en un nuevo año litúrgico en el iremos contemplado los misterios de la vida de Cristo, para continuar configurando los tiempos nuestra vida con Él.